Derechos, liberalización, estereotipos falsos, la realidad y lo que hemos confundido. Conocer el pasado para entender el presente es necesario para defender el verdadero feminismo.
Por Paola Cardenal de Arguello
“Feminista” es un término utilizado para definir a quienes creen y buscan la igualdad social, económica y política entre hombres y mujeres, ambos son activistas. La lucha empezó a finales del siglo 1800 y principios de los 1900, primero en el Reino Unido y luego en Estados Unidos.
“Esta era una lucha por la defensa de la igualdad de derechos con partidarios de ambos sexos”, expresa Marie Smith, esposa del congresista norteamericano Christopher Smith, directora de la Red Parlamentaria de Asuntos Críticos (PNCI) y activista de Feministas por la Vida de Estados Unidos.
“El feminismo auténtico está basado en la igualdad de trato y respeto por todos los miembros de la familia humana. Reconociendo la dignidad de cada uno y defendiendo especialmente a los más vulnerables. Desde la primera ola de feministas se sentaron las bases para la igualdad con el principio universal de defender el valor de la persona sin distinción alguna, este fue el factor de su éxito”, explica Smith. “Es importante partir de estas bases para empezar a discernir los principios y la causa que han sido manipulados con los años”.
La dignidad innata de la persona humana, la libertad de expresión, el derecho a votar, a estudios superiores, el derecho a ejercer cualquier profesión, eran y son parte sagrada del discurso feminista. Así también el respeto a la maternidad, como don único y exclusivo de la mujer que debe protegerse y valorarse.
UN POCO DE HISTORIA
“Se distinguen diferentes fuentes de feminismo: europeo y norteamericano que divergen en su cronología, pero no en sus principios”, asegura la licenciada Georgina de Rivas, abogada y catedrática de ética y Derechos Humanos de la Universidad Dr. José Matías Delgado.
Desde la Primera Ola se buscaba una igualdad de derechos, seguida por el sufragio universal, obstáculos legales y derechos de propiedad, etc. En esta última señalan la necesidad de atención sobre los abusos de hecho que se dan sobre la mujer, sobre la sexualidad, reproducción, la familia y el trabajo, el punto central es la liberación de la mujer.
En una Tercera Ola norteamericana se busca llenar los vacíos restantes, esta inicia en los noventas y sigue en la actualidad, explica de Rivas. “Estas Olas, aunque provenientes de un mismo génesis, dieron origen a corrientes heterogéneas que distorsionan el sentido original. Nace el feminismo radical, el Anarcofeminismo, el liberal, el marxista, el separatista, el feminismo lésbico, el Transfeminismo y más”, expone. Muchos de los derechos por los que se luchaba al principio ahora se dan por sentados en sociedades más avanzadas.
“Uno de los mayores cambios en la historia del feminismo se dio entre los sesentas y setentas en Estados Unidos, que afectó a todo el mundo”, expone Marie. “El movimiento tomó un camino controversial cuando a finales de los sesentas algunas de las líderes se vincularon con el aborto y se rompió una de sus directrices más básicas, el respeto y protección a la vida de los más indefensos. Algunas dirigentes de la Organización Nacional por la Mujer (NOW) por extraño que parezca influenciadas por dos hombres, Lawrence Lader y el ex abortista Dr. Bernard Nathanson, activistas pro aborto, iniciaron la ruptura”.
En esta instancia las feministas que protestaron esta posición fueron despachadas de la organización para evitar disidencia. Dos de ellas pasaron a formar un nuevo grupo denominado Feministas por la vida que permanece fiel a la creencia de igualdad e inclusión sin distinciones. “Unos años más tarde el Dr. Nathanson se unió a la lucha pro vida declarando que no cabía lugar a duda de que se trataba de una vida completamente separada a la de la madre en el vientre. Regresó al corazón del feminismo”. Estos dos movimientos siguen presidiendo la lucha feminista hasta ahora.
EL DEBATE
La reivindicación de los derechos de la mujer y las grandes conquistas como los derechos políticos, avances en el ámbito laboral y profesional son innegablemente un orgullo. Así mismo reconocen que hay mucho trabajo por hacer en lugares donde todavía no se gozan por completo, además unir a la lucha a hombres que respetan y valoran como semejante a la mujer. No obstante, es necesario aclarar percepciones y falsas concepciones sobre el feminismo, el original y verdadero.
“Las corrientes surgidas de la separación inicial son tan diversas como peligrosas” dice de Rivas. “El odio al sexo masculino, el repudio a la maternidad y la negación de este privilegio del que goza solo la mujer, el desprecio por la familia natural, la promoción del lesbianismo y el libertinaje sexual son algunas de esas concepciones equivocadas. Caer en el grave error de introducir estas aberraciones no solo van en contra de la Ley Natural, sino además producirán mucho más sufrimiento precisamente en la mujer”.
“Comulgar con las ideas equivocadas puede llevar a alejarnos de la causa del feminismo: la igualdad. Una igualdad que no excluye y que da valor a las diferencias”, agrega Smith.
“Muchas radicales promueven el pensamiento de que para ser tratada como un hombre, la mujer debe actuar como tal. Esto en vez de empoderar a la mujer la invita a olvidar lo que le hace especial y diferente, eleva al hombre machista. Además promover una visión negativa del hombre y alimentar estos estereotipos evita una mejor comunicación entre ambos sexos y la posibilidad de establecerse como socios que comparten las responsabilidades en la familia y el hogar. Muchas veces estas nociones equivocadas crean mentalidades permisivas y poco exigentes que luego son profundamente perjudiciales”.
“Esta era una lucha por la defensa de la igualdad de derechos con partidarios de ambos sexos”, expresa Marie Smith, esposa del congresista norteamericano Christopher Smith, directora de la Red Parlamentaria de Asuntos Críticos (PNCI) y activista de Feministas por la Vida de Estados Unidos.
“El feminismo auténtico está basado en la igualdad de trato y respeto por todos los miembros de la familia humana. Reconociendo la dignidad de cada uno y defendiendo especialmente a los más vulnerables. Desde la primera ola de feministas se sentaron las bases para la igualdad con el principio universal de defender el valor de la persona sin distinción alguna, este fue el factor de su éxito”, explica Smith. “Es importante partir de estas bases para empezar a discernir los principios y la causa que han sido manipulados con los años”.
La dignidad innata de la persona humana, la libertad de expresión, el derecho a votar, a estudios superiores, el derecho a ejercer cualquier profesión, eran y son parte sagrada del discurso feminista. Así también el respeto a la maternidad, como don único y exclusivo de la mujer que debe protegerse y valorarse.
UN POCO DE HISTORIA
“Se distinguen diferentes fuentes de feminismo: europeo y norteamericano que divergen en su cronología, pero no en sus principios”, asegura la licenciada Georgina de Rivas, abogada y catedrática de ética y Derechos Humanos de la Universidad Dr. José Matías Delgado.
Desde la Primera Ola se buscaba una igualdad de derechos, seguida por el sufragio universal, obstáculos legales y derechos de propiedad, etc. En esta última señalan la necesidad de atención sobre los abusos de hecho que se dan sobre la mujer, sobre la sexualidad, reproducción, la familia y el trabajo, el punto central es la liberación de la mujer.
En una Tercera Ola norteamericana se busca llenar los vacíos restantes, esta inicia en los noventas y sigue en la actualidad, explica de Rivas. “Estas Olas, aunque provenientes de un mismo génesis, dieron origen a corrientes heterogéneas que distorsionan el sentido original. Nace el feminismo radical, el Anarcofeminismo, el liberal, el marxista, el separatista, el feminismo lésbico, el Transfeminismo y más”, expone. Muchos de los derechos por los que se luchaba al principio ahora se dan por sentados en sociedades más avanzadas.
“Uno de los mayores cambios en la historia del feminismo se dio entre los sesentas y setentas en Estados Unidos, que afectó a todo el mundo”, expone Marie. “El movimiento tomó un camino controversial cuando a finales de los sesentas algunas de las líderes se vincularon con el aborto y se rompió una de sus directrices más básicas, el respeto y protección a la vida de los más indefensos. Algunas dirigentes de la Organización Nacional por la Mujer (NOW) por extraño que parezca influenciadas por dos hombres, Lawrence Lader y el ex abortista Dr. Bernard Nathanson, activistas pro aborto, iniciaron la ruptura”.
En esta instancia las feministas que protestaron esta posición fueron despachadas de la organización para evitar disidencia. Dos de ellas pasaron a formar un nuevo grupo denominado Feministas por la vida que permanece fiel a la creencia de igualdad e inclusión sin distinciones. “Unos años más tarde el Dr. Nathanson se unió a la lucha pro vida declarando que no cabía lugar a duda de que se trataba de una vida completamente separada a la de la madre en el vientre. Regresó al corazón del feminismo”. Estos dos movimientos siguen presidiendo la lucha feminista hasta ahora.
EL DEBATE
La reivindicación de los derechos de la mujer y las grandes conquistas como los derechos políticos, avances en el ámbito laboral y profesional son innegablemente un orgullo. Así mismo reconocen que hay mucho trabajo por hacer en lugares donde todavía no se gozan por completo, además unir a la lucha a hombres que respetan y valoran como semejante a la mujer. No obstante, es necesario aclarar percepciones y falsas concepciones sobre el feminismo, el original y verdadero.
“Las corrientes surgidas de la separación inicial son tan diversas como peligrosas” dice de Rivas. “El odio al sexo masculino, el repudio a la maternidad y la negación de este privilegio del que goza solo la mujer, el desprecio por la familia natural, la promoción del lesbianismo y el libertinaje sexual son algunas de esas concepciones equivocadas. Caer en el grave error de introducir estas aberraciones no solo van en contra de la Ley Natural, sino además producirán mucho más sufrimiento precisamente en la mujer”.
“Comulgar con las ideas equivocadas puede llevar a alejarnos de la causa del feminismo: la igualdad. Una igualdad que no excluye y que da valor a las diferencias”, agrega Smith.
“Muchas radicales promueven el pensamiento de que para ser tratada como un hombre, la mujer debe actuar como tal. Esto en vez de empoderar a la mujer la invita a olvidar lo que le hace especial y diferente, eleva al hombre machista. Además promover una visión negativa del hombre y alimentar estos estereotipos evita una mejor comunicación entre ambos sexos y la posibilidad de establecerse como socios que comparten las responsabilidades en la familia y el hogar. Muchas veces estas nociones equivocadas crean mentalidades permisivas y poco exigentes que luego son profundamente perjudiciales”.
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