Recuerdo vívidamente la primera ocasión en que llevé a mi hija a una fiesta. No puedo decir si el impacto lo causó el hecho de haber llegado a esas instancias en mi vida de padre, o lo corto de algunos vestidos que lucían algunas muchachas.
Por Kenneth Hernández.
Por Kenneth Hernández.
Lo cierto es que vino a mi mente la siguiente reflexión: ¡qué vulnerable es una niña que no ha tenido un padre que le diga lo linda que es, por dentro y por fuera, y que le haya hecho entender y sentir lo mucho que vale!
Qué radical importancia tiene la figura del padre en la familia… sin embargo, si hoy nos preguntaran para qué estamos en la familia, cuáles son las funciones que nos corresponden desempeñar, ¿sabríamos enumerarlas?… ¿O nos limitaríamos a indicar –porque no se nos ocurre otra cosa- que para proveer de las cosas materiales necesarias?
Es momento de asumir la identidad que más profundamente nos define: ser papá. Y no es un rol que asumimos de 4:30 a 7:30de la mañana, y de 8:00 a 10:00 de la noche y los fines de semana. Somos padres siempre, en todo momento y circunstancia, y no nos olvidemos que por tanto estamos educando y formando siempre. Lo anterior, debe implicar un constante esfuerzo por ser cada día mejores, una vida de exigencia para que nuestro ejemplo, más que nuestras palabras, arrastre a nuestros hijos a que quieran, luchen y se esfuercen por llegar a ser la mejor versión que puedan ser de sí mismos.
Si tenemos hijos varones, seremos nosotros los padres los que les enseñemos a pararse en el mundo como lo que son, hombres. Seremos nosotros los que les enseñemos que la autoridad es servicio, y que la manera masculina de ejercerla, es necesaria y complementaria al estilo femenino de ejercerla en el hogar. También le enseñaremos que lo propio del hombre es utilizar la fuerza solo al servicio de los demás y en la protección del débil. Seremos nosotros los padres, los que les enseñemos que rasgos del autodominio y la responsabilidad por los propios actos y decisiones, dando la cara. Somos nosotros los padres los que les enseñaremos a ser caballeros con las mujeres.
Y si tenemos hijas mujeres, seremos nosotros los que establezcamos el parámetro del muchacho en que se fijarán. Asegurémonos de poner muy alto el listón. Seremos nosotros su seguridad y el blindaje contra muchas de las influencias negativas del ambiente. Seremos la cordura en la época de las ilusiones, en las que muchas veces las mismas madres están más entusiasmadas con el novio de la niña, que nuestras propias hijas. Recordemos que cualquier muchacho que se fije en nuestras hijas, ajustará su comportamiento si sabe que hay un padre detrás. Es el código de conducta masculino.
En cualquier caso, seremos los responsables de empujar a nuestros hijos a la vida, a qué vuelen con alas propias, a forjen su futuro y se ganen el pan con el sudor de su frente. Y no digo que esto no puedan hacerlo las madres, pero les será más difícil sin el apoyo del padre.
Otro punto esencial en la vida de nuestros hijos es el día que nos vean a nosotros, padres, de rodillas ante Dios, les habremos inculcado una sólida piedad que dará soporte a sus vidas.
A entusiasmarnos pues con esta tarea de ser padre, ¡este es el negocio de nuestras vidas!
Qué radical importancia tiene la figura del padre en la familia… sin embargo, si hoy nos preguntaran para qué estamos en la familia, cuáles son las funciones que nos corresponden desempeñar, ¿sabríamos enumerarlas?… ¿O nos limitaríamos a indicar –porque no se nos ocurre otra cosa- que para proveer de las cosas materiales necesarias?
Es momento de asumir la identidad que más profundamente nos define: ser papá. Y no es un rol que asumimos de 4:30 a 7:30de la mañana, y de 8:00 a 10:00 de la noche y los fines de semana. Somos padres siempre, en todo momento y circunstancia, y no nos olvidemos que por tanto estamos educando y formando siempre. Lo anterior, debe implicar un constante esfuerzo por ser cada día mejores, una vida de exigencia para que nuestro ejemplo, más que nuestras palabras, arrastre a nuestros hijos a que quieran, luchen y se esfuercen por llegar a ser la mejor versión que puedan ser de sí mismos.
Si tenemos hijos varones, seremos nosotros los padres los que les enseñemos a pararse en el mundo como lo que son, hombres. Seremos nosotros los que les enseñemos que la autoridad es servicio, y que la manera masculina de ejercerla, es necesaria y complementaria al estilo femenino de ejercerla en el hogar. También le enseñaremos que lo propio del hombre es utilizar la fuerza solo al servicio de los demás y en la protección del débil. Seremos nosotros los padres, los que les enseñemos que rasgos del autodominio y la responsabilidad por los propios actos y decisiones, dando la cara. Somos nosotros los padres los que les enseñaremos a ser caballeros con las mujeres.
Y si tenemos hijas mujeres, seremos nosotros los que establezcamos el parámetro del muchacho en que se fijarán. Asegurémonos de poner muy alto el listón. Seremos nosotros su seguridad y el blindaje contra muchas de las influencias negativas del ambiente. Seremos la cordura en la época de las ilusiones, en las que muchas veces las mismas madres están más entusiasmadas con el novio de la niña, que nuestras propias hijas. Recordemos que cualquier muchacho que se fije en nuestras hijas, ajustará su comportamiento si sabe que hay un padre detrás. Es el código de conducta masculino.
En cualquier caso, seremos los responsables de empujar a nuestros hijos a la vida, a qué vuelen con alas propias, a forjen su futuro y se ganen el pan con el sudor de su frente. Y no digo que esto no puedan hacerlo las madres, pero les será más difícil sin el apoyo del padre.
Otro punto esencial en la vida de nuestros hijos es el día que nos vean a nosotros, padres, de rodillas ante Dios, les habremos inculcado una sólida piedad que dará soporte a sus vidas.
A entusiasmarnos pues con esta tarea de ser padre, ¡este es el negocio de nuestras vidas!
No Comments
Me parece excelente para trabajar con mis alumnas y alumnos… futuros padres de familia.