Las noticias últimamente están plagadas de eventos espantosos, asesinatos masivos, ataques terroristas, a policías y mas. Aparte de la tristeza, ¿qué tienen que ver contigo?
Por Paola Cardenal de Arguello
Por Paola Cardenal de Arguello
“Se sube a un bus y ve a una niña llorando; al darse cuenta que es un secuestro, hizo esto.” Este fue uno de los títulos que me inspiró a escribir este artículo. Una historia de valentía en la que una mujer decide no ignorar la injusticia y por consecuencia, salvar la vida de una niña secuestrada que se cruzó en su camino cuando viajaba en bus.
¿Porqué digo que me inspiró? Porque es algo que normalmente no pasa, quizá no sea porque todos los seres humanos somos mal intencionados, sino mas bien porque estamos tan comprometidos con nosotros mismos que no tenemos tiempo de ver la necesidad del otro. Por haraganes, por cobardes, quién sabe. Lo cierto es que leemos demasiado a menudo, de actos horríficos en los que hubo testigos que no hicieron nada, que no alzaron la voz. La valentía es una virtud escaza.
En Guatemala, como en muchos otros países escuchamos lamentables incidentes de mujeres agredidas en público donde nadie las defiende, abusos de poder que jamás serán denunciados. Una historia que jamás podré olvidar, es el caso de un jovencito de 13 años, fue asesinado por pandilleros en El Salvador a menos de dos cuadras de la estación de policías. Los testigos, que escucharon los gritos de la víctima por mas de 30 minutos, no llamaron a las autoridades porque pensaron que el vecino ya tendría que haberlo hecho.
Pero entre la oscuridad, hay historias de esperanza. Entre ellas la de Keisha Thomas, que en 1996, con apenas 18 años de edad, se atrevió a poner su vida en peligro por ayudar a quien podrían calificar como su peor enemigo y que seguramente no hubiera hecho lo mismo por ella.
Durante una manifestación organizada por el Ku Kux Klan en la ciudad de Michigan, cientos de personas se reunieron para demostrarles que no eran bienvenidos, entre ellos Keisha, una adolescente afroamericana. Entre tanto, se coló un miembro del Klan entre la multitud fuera de la protección de los antimotines. Un hombre vistiendo una camisa con la bandera de la confederación y tatuajes de la SS. La gente se volvió loca y aunque él intentó escapar, muchos lo siguieron. Cayó al suelo y al parecer no había escapatoria, pateándolo y golpeándolo con los palos de sus pancartas, la turba gritaba “maten al nazi”. ¿Qué habrías hecho tu? Yo no sabría contestar pero quisiera pensar que no me hubiera quedado callada.
Keisha decidió que no sería testigo de la muerte de un hombre, sin importar quién fuera y se le tiró encima para cubrirlo. La foto que he incluido fue tomada por Mark Brunner, el estudiante de fotografía que presenció ese acto heroico.
¿Qué la motivó a sentirse responsable por la vida de este hombre? Según ella misma, sus creencias religiosas jugaron un papel, pero además que ella misma había experimentado la violencia y confesó que le hubiera gustado tener a alguien que la defendiera.
Seguramente nunca tendré el honor de conocer a Keisha, pero desde que conozco su historia he decidido ser un poco mas valiente. Y aunque espero nunca encontrarme en una situación como esa, creo que todos podemos aprender a ejercitarnos en lo pequeño. En hacer lo correcto siempre, sin importar las consecuencias, que les aseguro que muy pocas veces serán tan peligrosas como lo que pudo haberle pasado a ella. En comprometernos por defender al indefenso, por defender la verdad y no permitir que otros minimicen las injusticias.
Quizá sea difícil creer que por un valiente no hubieran sucedido tragedias como la de Niza o Texas, pero todo empieza desde lo pequeño. Y si existiera una cultura de compromiso con el prójimo que permeara la sociedad, quizá no habría tanto dolor. Nos repiten que lo que el mundo necesita es amor, y estoy de acuerdo, pero también necesita valentía, responsabilidad y un compromiso serio con la conciencia.
Tal vez no tengo mucho que ofrecer, y solo soy una, pero por algo se empieza. ¿Te sumas?
¿Porqué digo que me inspiró? Porque es algo que normalmente no pasa, quizá no sea porque todos los seres humanos somos mal intencionados, sino mas bien porque estamos tan comprometidos con nosotros mismos que no tenemos tiempo de ver la necesidad del otro. Por haraganes, por cobardes, quién sabe. Lo cierto es que leemos demasiado a menudo, de actos horríficos en los que hubo testigos que no hicieron nada, que no alzaron la voz. La valentía es una virtud escaza.
En Guatemala, como en muchos otros países escuchamos lamentables incidentes de mujeres agredidas en público donde nadie las defiende, abusos de poder que jamás serán denunciados. Una historia que jamás podré olvidar, es el caso de un jovencito de 13 años, fue asesinado por pandilleros en El Salvador a menos de dos cuadras de la estación de policías. Los testigos, que escucharon los gritos de la víctima por mas de 30 minutos, no llamaron a las autoridades porque pensaron que el vecino ya tendría que haberlo hecho.
Pero entre la oscuridad, hay historias de esperanza. Entre ellas la de Keisha Thomas, que en 1996, con apenas 18 años de edad, se atrevió a poner su vida en peligro por ayudar a quien podrían calificar como su peor enemigo y que seguramente no hubiera hecho lo mismo por ella.
Durante una manifestación organizada por el Ku Kux Klan en la ciudad de Michigan, cientos de personas se reunieron para demostrarles que no eran bienvenidos, entre ellos Keisha, una adolescente afroamericana. Entre tanto, se coló un miembro del Klan entre la multitud fuera de la protección de los antimotines. Un hombre vistiendo una camisa con la bandera de la confederación y tatuajes de la SS. La gente se volvió loca y aunque él intentó escapar, muchos lo siguieron. Cayó al suelo y al parecer no había escapatoria, pateándolo y golpeándolo con los palos de sus pancartas, la turba gritaba “maten al nazi”. ¿Qué habrías hecho tu? Yo no sabría contestar pero quisiera pensar que no me hubiera quedado callada.
Keisha decidió que no sería testigo de la muerte de un hombre, sin importar quién fuera y se le tiró encima para cubrirlo. La foto que he incluido fue tomada por Mark Brunner, el estudiante de fotografía que presenció ese acto heroico.
¿Qué la motivó a sentirse responsable por la vida de este hombre? Según ella misma, sus creencias religiosas jugaron un papel, pero además que ella misma había experimentado la violencia y confesó que le hubiera gustado tener a alguien que la defendiera.
Seguramente nunca tendré el honor de conocer a Keisha, pero desde que conozco su historia he decidido ser un poco mas valiente. Y aunque espero nunca encontrarme en una situación como esa, creo que todos podemos aprender a ejercitarnos en lo pequeño. En hacer lo correcto siempre, sin importar las consecuencias, que les aseguro que muy pocas veces serán tan peligrosas como lo que pudo haberle pasado a ella. En comprometernos por defender al indefenso, por defender la verdad y no permitir que otros minimicen las injusticias.
Quizá sea difícil creer que por un valiente no hubieran sucedido tragedias como la de Niza o Texas, pero todo empieza desde lo pequeño. Y si existiera una cultura de compromiso con el prójimo que permeara la sociedad, quizá no habría tanto dolor. Nos repiten que lo que el mundo necesita es amor, y estoy de acuerdo, pero también necesita valentía, responsabilidad y un compromiso serio con la conciencia.
Tal vez no tengo mucho que ofrecer, y solo soy una, pero por algo se empieza. ¿Te sumas?
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Dios te bendiga muchisimo a ti por ser una o uno entre multitudes que pudiendo hacer el bién no lo hacen. Me uno con todo mi corazón a tu casa y estaremos orando por tan bella labor. Muchas bendiciones para ti y tida tu familia de parte de los pastores Jorge y Yadira Bueso. 🙂