Hace algún tiempo, reecontrandome con un viejo amigo hablabamos sobre la familia y luego de unos minutos de café me compartió con gran melancolía que había perdido a su primer hijo por complicación de una pulmonía.

​Por Oscar Pineda
El silencio llenó el ambiente. Mi buen amigo me dio permiso de compartir que cuando su hijo murió él se cuestionaba con dureza porqué habían padres y madres que abandonaban a sus hijos porque no los quieren, porqué habían madres que abortaban sin pensar que es una persona que merece vivir, si ellos que habían perdido lo más querían en la vida se sentían vacíos sin ese dulce llanto, sin esas lindas caricias de un hijo, de sus sonrisa y su mirada.

Ciertamente vemos injusticias como el abandono, el abuso, el sometimiento de mujeres al aborto, por presión, falta de apoyo, ciclos de violencia que se repiten y permean la sociedad. Problemas que se suman a la situación de pobreza en Guatemala, donde nuestros niños mueren por desnutrición crónica, niños que no tienen que comer, que llegan a estudiar sin nada de alimento cuando en contraste hay familias que cenan a la carta.

Dedico estas líneas a los ángeles de los inocentes niños que desde el cielo iluminan junto a las estrellas el firmamento. Entre ellos, a los más indefensos, que murieron torturados en el vientre de sus madres. Y por ellos, no puedo evitar pensar en la cita de Sosha, “Te amé antes de conocerte, cuando escuché tus primeros latidos junto a los míos. Supe que serías la razón de mi existencia, eras parte de mí, te podía tocar, podía hacer que tus movimientos fuesen como una sintonía de amor… eras mi hijo”.

Estimados lectores, en la familia no hay tiempo para desperdiciar, cada momento cada tarde, cada jornada no tiene vuelta atrás, el tiempo corre de forma inexorable y los ahora bebes se convertirán en un cerrar de ojos en hombres y mujeres. Padres de familia no hay tiempo que perder, es el momento de abrazar a nuestros hijos y decirles que le amamos mucho, ellos necesitan estas palabras y la verdad es que nosotros también.   

Digamos si a la vida, si al amor en familia, para los que tenemos a nuestros niños apreciemos el valor que tiene un abrazo porque el amor de un hijo, su alegría, no tienen precio en esta vida. Por ello como educador siempre he dicho que cuando un hijo alcanza un logro el logro es de toda la familia porque los hijos son el engranaje de amor que toda familia necesita.

Durante la segunda guerra mundial, la costumbre en los Estados Unidos era que una familia que tuviera un hijo sirviendo con el ejército colocara una estrella en la ventana de su casa y cuando ésta era dorada significaba que este había entregado su vida por su país. Si vemos al cielo podremos apreciar miles de estrellas y pensemos en esos lindos angelitos que por una u otra razón nos esperan en el cielo para llenarnos de alegría. 

One Comment

  1. Vivianne Ruiz-
    8 septiembre, 2016 at 8:12 pm

    Muy bien comentario y sobre todo la frase : en la familia no hay tiempo que perder. Muy cierto.