Por Oscar Pineda
Han pasado varios años y para este buen amigo mío, la mejor navidad que puede recordar es la última que vivió con su padre. Vívidamente recuerda su risa y la alegría que compartía con sus padres y hermanos. El abrazo de su padre, con quien habían amanecido abriendo los regalos y jugando con ellos.
¿No creen que si pudiera tener cualquier regalo del mundo, elegiría tener de nuevo la oportunidad de vivir una navidad con su padre?
En esta sociedad invadida de consumismo, con luces y colores abrumadores, pensamos en las largas listas de regalos, la ropa, la última moda, esos artículos tecnológicos o productos que en muchas ocasiones no son necesarios y nos olvidamos de lo esencial.
¿Qué es lo más importante de estas fechas? ¿Porqué celebramos estas fiestas? ¡Eso es lo esencial! ¡Eso es lo importante! Olvidamos la humildad, el desprendimiento, olvidamos darnos a los demás, de pensar en los que atraviesan alguna contrariedad o que están solos, los que han perdido a un ser querido o simplemente de la necesidad de amor que tienen los que nos rodean y de poder estar con la familia, abrazarlos y decirles que les queremos mucho, ya que el tiempo camina de forma inexorable y lo que realmente vale en esta temporada es la gente a la que queremos, el prójimo.
Recordemos que nunca es tarde para transformar nuestro corazón y enfocar la alegría de estas fiestas de fin de año en ocasión de una sana convivencia familiar. Vivamos la navidad como se debe, compartamos en familia, organicemos actividades de donación a los demás, inculquemos en nuestros hijos el deseo de compartir y ayudar.
En una oportunidad le preguntaban a un padre de familia ¿a cuál de tus hijos quieres más? A lo que el padre de familia contesto; al que está enfermo mientras sana y al que está lejos mientras vuelve.
Que la alegría de la Navidad llene de paz sus corazones y con ello iluminen sus hogares, fortaleciendo el pilar fundamental de la sociedad que es la Familia.
¡La Familia Importa!
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