Recibí unas ideas sobre la incidencia el género en la educación, de un gran interés actual. Es un documento sobre “Género” publicado hace poco (10-VI-2019), y titulado “Varón y mujer fueron creados”. Para una vía del diálogo sobre la cuestión del gender (género) en la educación.
Y es que “se está difundiendo la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad”.
De hecho, algunos han llegado a la construcción falsa de un “género” ó “tercer género” tal que niega la existencia de la naturaleza humana, por lo que la persona puede manipularse o transformarse según sus deseos, con construcciones que llaman posmodernas.
Y llegan así a un relativismo, donde todo es equivalente e indiferenciado, sin orden y sin finalidad, por lo que la familia queda (para ellos) sin base, una revolución cultural e ideológica… relativista y, en… una revolución jurídica, porque promueven derechos individuales y sociales, que son falsos.
Y se llega así a lo que es justo recordar que, aunque el mundo no se divida en buenos y malos, sí hay buenos que procuran hacer el bien. Y hay cosas malas: la negación de lo debe hacerse, de lo que hace felices a todos. Algo que puede traer consecuencias muy malas, no podemos cansamos de aclararlo. Como decía el pensador inglés Chesterton “Llega el momento en el que deberemos luchar por demostrar que la hoja del árbol es verde”. Suena un poco tonto… pero intentemos mostrarlo más que demostrarlo.
Por supuesto que hay que respetarles, como a cualquier persona humana; pero el impulso sexual, parte de la naturaleza humana, está programado para procrear: y se necesita hombre y mujer. Existen tendencias fisiológicas y ambientes sicológicos que propician la homosexualidad, pero no son determinantes. La naturaleza ha prescrito que se sea varón o mujer. Ambos son distintos y complementarios, también morfológicamente. A los homosexuales hay que respetarles y en lo posible ayudarles a quienes libremente busquen tratar la homosexualidad.
Igualmente el matrimonio –uno con una y para siempre, abiertos a la vida- es parte del programa humano, del funcionamiento de la persona humana. No se puede llamar matrimonio a la unión homosexual. Ocurre como con la moneda falsa: eso nos afecta a todos, porque todos tenemos confianza en la moneda verdadera.
Pero el principal daño sería cansarnos. Caer en la desesperanza, que es como la coartada de la comodidad. Es la peor corrupción: la del pesimismo. Además, la verdad es que aunque los hechos son testarudos, necios, los principios mucho más. No nos cansemos: estamos ante una verdad permanente, “estamos en una guerra… y ya ganada”, como decía un mi amigo…
Una colaboración de José Joaquín Camacho.
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