¿Quién recuerda esa frase del periódico con la foto de un hermoso niño?
Así aparecían las felicitaciones de cumpleaños para los niños en el periódico cuando yo crecí. La sección de sociales se encargaba de publicar esas hermosas fotografías en blanco y negro, y mencionar al niño y sus padres, así como la edad que el niño cumplía.
Hoy, 25 de mayo, cumple 3 años de haber nacido mi hermoso hijo menor, mi vivaracho cumpleañerito. Dado que el fin de semana no pudimos movilizarnos, y que ya llevamos tanto tiempo sin ver a sus abuelos, tíos, primos y amiguitos, la “fiesta patronal” dio inicio desde el sábado y aún no ha terminado.
Durante las últimas semanas, el chiquillo ha demandado insistentemente una explicación clara sobre la ocurrencia del día y la noche, seguido siempre, por un clásico ¿y por qué? A pesar de nuestras múltiples explicaciones científicas y dramatizaciones, el niño sigue intrigado. Eso sí, él solito nos hizo mención que ya le había dado tres vueltas al Sol. Mi esposo y yo, boquiabiertos…
A las 36 semanas de embarazo de este niño tuvimos un buen susto, una amenaza de parto pretérmino y disminución de los movimientos fetales. Afortunadamente, recibí el tratamiento indicado, guardé reposo por una semana, y el cuadro se resolvió. Después de eso, a las 40 semanas, ni sospechas de una contracción uterina, así que nació por cesárea igual que el primero.
El día del nacimiento de un hijo merece ser celebrado. Ya sea que el niño nazca por vía vaginal o por vía cesárea, el dúo madre-hijo se juega la vida ese día. Así que, salir campante de semejante batalla merece una fiesta, aunque sea anual.
Lo que casi siempre se olvida es que este niño ya estaba vivo en mi vientre desde cuarenta semanas antes. Entonces, ¿podría celebrar el día de su concepción? Yo si puedo, porque sé exactamente cuando fue, gracias al monitoreo diario de los signos de mi fertilidad. No hay prueba de laboratorio, ni ultrasonido, ni examen físico que pueda darme otro dato. Por eso, el día que entré al hospital por esta Amenaza de Parto Pretérmino, sabía perfectamente que no era su tiempo, y que debía tratar de retrasar su nacimiento. No era un cálculo al azar, era un dato exacto.
Debido a mis antecedentes de infertilidad y otros problemas gineco-endocrinológicos, yo debía haber seguido un protocolo de tratamiento hormonal preventivo durante el embarazo. Lo hice con el primero, pero lo abandoné con el segundo. Dicho tratamiento quizás hubiera evitado ese peligroso evento. Sin embargo, no lo recordaba cuando sucedió.
Mis amigas me apoyaron espiritual y emocionalmente. Hubo quienes me dieron su testimonio de haber dado a luz a las 36 semanas y no haber tenido ninguna complicación. Sin embargo, yo sabía que no era lo ideal, menos tratándose de un varón. Sabía también que no era “el niño queriendo nacer”, sino que era algún problema en mi cuerpo, el cual debía ser resuelto. Afortunadamente, todo se resolvió.
Hablamos mucho de lo que amamos a nuestros hijos y de lo que somos capaces de hacer por ellos. Es un amor que se construye, que se nutre y se enriquece cuidadosamente. La pregunta es: ¿en qué momento empezamos a amarlos? Para cada persona será diferente. Se dice que se ama a quien se conoce. Yo creo que a nuestros hijos ya los conocemos desde antes, y los amamos a priori, cuando aún no son tangibles.
Lo mejor es que con el tiempo aprendemos a amarlos incondicionalmente. Algún día podré explicarle esto a mi cumpleañero de hoy; que en realidad inició esta vida el día de su concepción. Pero está bien celebrar el día que nació al mundo extrauterino; no hay por qué complicarse. Lo que espero que él descubra solo, es que en realidad ya existía y ya era amado desde y para la Eternidad.
Espero que pueda entender que esos nueve meses que pasamos unidos fueron realmente el inicio de una relación amorosa que se hizo tangible. Quiero que sepa que los peligros y las molestias que pasé valieron la pena, y que moría por verlo y poder abrazarlo contra mi pecho.
Como respondió una amiga cuando me preguntaron qué sentía de tener un segundo hijo: “el corazón se te ensancha, te nace un nuevo amor y corazón”. ¡Feliz cumpleaños mi pequeño gran amor!
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