Por: Debbie Moya / AFI Joven
Cuando escuchamos hablar sobre el aborto, generalmente lo hacemos desde un contexto en el que se tiende a etiquetar a las personas involucradas en uno de dos bandos: “los ProVida” y los “pro choice (proelección)”. Personalmente, no me convence el uso de ninguna de las dos etiquetas en el debate público, pues (a veces) se les escapa un poco la noción de la riqueza y dignidad humana, y pierden de vista la primacía de la persona. Sin embargo, me llama la atención el uso del término “choice” (opción) en la
segunda de ellas.
Desde el inicio del debate sobre el aborto, se ha argumentado que la opción de abortar debería ser un derecho de las mujeres. Si debe serlo o no, no es el objetivo de este artículo; pero sí me gustaría analizar qué tan cierto es que se lucha por que sea una “opción”.
Al analizar la definición de “opción”, vemos que se refiere a la “libertad o facultad de elegir”, o bien, a “cada una de las cosas a las que se puede optar”. Todos estamos de acuerdo en que los humanos tenemos (o deberíamos tener) la libertad y derecho de elegir; sin embargo, no podemos olvidar que esa libre elección comprende también derechos y responsabilidades y, sobre todo, que debe siempre procurar el auténtico bien de todas las personas involucradas en la elección.
El 22 de noviembre de este año, la BBC publicó un artículo titulado: “Síndrome de Down: «Nos ofrecieron 15 veces abortar a nuestro bebé»”. En él, Lorraine, Emma y Nicola – tres madres de familia – narran sus experiencias luego de descubrir que sus hijos tenían una alta posibilidad de nacer con Síndrome de Down. Cada una de ellas tenía diferentes circunstancias por considerar (abortos espontáneos previos, edad, etc.), sin embargo, todas compartieron una misma experiencia: sus médicos y matronas les insistieron varias veces que debían abortar. La insistencia fue tanta, que ellas mismas afirman haberse sentido presionadas para hacerlo y, al decidir lo contrario, notaron un creciente desinterés (e incluso enojo) de sus médicos hacia ellas.
Es aquí donde me surge la duda: ¿hasta qué punto existe un verdadero interés por brindar “opciones” a la mujer por parte del movimiento “pro choice”? Y si lo hay, ¿se les están dando las mejores opciones? Como dije antes, no pretendo entrar en debate sobre la legalización del aborto y los efectos nocivos que tiene para la madre y, obviamente, para el bebé; pero sí quiero hacer notar cómo hemos pasado de “procurar brindar opciones” a imponer una evidente selección.
La selección es la “acción y efecto de elegir a una o más personas o cosas entre otras”, es decir, implica una preferencia. En los casos de Lorraine, Emma y Nicola, la insistencia para la “elección” del aborto demuestra una clara preferencia por la eliminación de un ser humano por sobre su cuidado y acogimiento, solamente por el hecho de tener una condición “no deseable” para muchos. Esta creciente mentalidad eugenésica (1) es hacia lo que apunta la presión de la agenda abortista: la selección sistemática de personas, quién tiene derecho a vivir y quién no, quién cumple con los “estándares genéticos” y quién “nos va a estorbar”.
Todas estas ideas se esconden tras una variedad de argumentos: ¿cuál será la calidad de vida de los niños nacidos con alguna anomalía genética? ¿Qué tratamientos posteriores podrán requerir? ¿Cuál es el costo de esos tratamientos para sus familias, etc. Sin embargo, me parece que todas esas consideraciones, que buscan vagamente “justificar” el aborto y “empatizar” con las familias, reflejan claramente lo que debería ser nuestra prioridad: trabajar en brindar verdaderas opciones.
¿Por qué no trabajar por la creación y financiamiento de instituciones que faciliten el acceso a tratamientos médicos? ¿Por qué no brindar acompañamiento a las familias y madres vulnerables? ¿Por qué no orientar la ciencia hacia el mejoramiento de la calidad de vida, en vez de hacia su eliminación? Como dijo el Dr. Jaime Villaroig, “una sociedad sin personas enfermas y vulnerables no representa el triunfo de la ciencia ni de la libertad, sino el fracaso de la humanidad.”
(1) La eugenesia es el conjunto de “prácticas encaminadas a aumentar la calidad genética de la especie humana”. Es un término acuñado por Galton en 1883, basado en las teorías de Darwin, para “proponer que el fomento de la descendencia de las «cepas o razas superiores» lograría producir «hombres de una alta clase», sin taras genéticas”. Esto ha llevado a la eliminación sistemática de individuos que la ciencia convencional, o incluso la sociedad, considera ser portadores de genes defectuosos o que no cumplen con los estándares genéticos y biológicos establecidos; empezando por la población judía en la Alemania nazi. Fuente: La era de la eugenesia: cuando la pseudociencia se hizo ley. BBVA OpenMind. (2018)
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