Por Inés Gaytán / AFI Joven
Hace unos días, mientras hacía cola para pagar en el supermercado, no pude evitar escuchar a un grupo de amigas que hablaban sobre la abstinencia y castidad. Una chica dio su opinión y me llamó mucho la atención: “Tener relaciones sexuales con otra persona, siempre trae repercusiones psicológicas, buenas o malas. La salud mental se puede volver inestable”. Con este pensamiento en mente, les contaré la historia de S. Conocí a S. hace cinco años. Fuimos compañeras de clase en mi antigua universidad por dos años e inmediatamente nos volvimos inseparables. Hasta el día de hoy, seguimos siendo muy cercanas.
Llegó el miércoles que iba a cambiar la vida y mentalidad de S. por completo. Luego de una charla cargada de emoción con esa persona que le había roto el corazón hace algunas semanas, S. y él decidieron tener relaciones sexuales para “tratar de arreglar las cosas”. Era la primera vez que estaban juntos. El chico tenía más experiencia y S. siempre había querido esperar a esa persona especial que iba a ser su esposo en un futuro.
Al darse cuenta lo que estaba haciendo, S. empujó al chico y él rápidamente se alejó pidiéndole perdón, ya que sabía lo que S. pensaba y quería. Aún así, ambos se dejaron llevar y accedieron al acto. S. estaba destruida. El camino de 15 minutos de regreso a casa fue el más largo de su vida. A S. le atormentaban sus pensamientos: “Ya no tengo ese 100% que darle a esa persona especial, soy un 50%, ya no estoy completa.” Quizá físicamente había perdido lo que guardó por mucho tiempo; pero le quedaba la otra mitad, la parte mental y emocional. Ella deseaba entregarse completamente a esa persona que iba a amar para siempre en el futuro: cuerpo y mente. Desde ese entonces, S. decidió esperar de nuevo, tal y como se lo había propuesto a sí misma desde pequeña.
Cómo la opinión de la chica del supermercado, este evento en la vida de S. le trajo repercusiones emocionales muy fuertes. Decía que sentía sentimientos de vergüenza, decepción, tristeza, soledad, y sí, suciedad, una suciedad emocional que no se quitaba por más veces que se bañara. Todas estas emociones y pensamientos inundaban la mente de S., día y noche.
¿Qué pasó con lo que siempre había pensado? ¿Por qué no fue más fuerte? Estas repercusiones emocionales suceden cuando la persona no está decidida completamente a tener sexo por primera vez.
Muchas veces, los jóvenes (e incluso adultos), creen que perder la virginidad y tener relaciones sexuales es algo vital para “encajar con sus amigos”, para “tener más pegue con las chavas/chavos”, para “no ser el rechazado/a que no ha tenido sexo” o incluso, “para no ser juzgado por mis decisiones de esperar”. Pero saber esperar, guardarse para esa persona especial, para hacerlo con el corazón y mente involucradas al 100 con la otra persona, la abstinencia, es un acto de fortaleza. Decidir esperar no es algo “retrógrada” o “aburrido”. Decidir guardarse para esa persona no es “ser un perdedor”. Decidir esperar es una decisión valiente.
Saber esperar para tener relaciones sexuales con la persona que hemos decidido tomar como nuestra compañera de vida es la prueba máxima de amor, fortaleza y paciencia. Todas las cosas buenas, llevan tiempo, no se apresuran. Nadie debería ser juzgado por querer y decidir vivir en castidad y abstinencia, porque entregarse a alguien solamente como “prueba de amor” no es una verdadera prueba de amor. No es amor. Una persona que solamente busca el placer sexual en otra, que solamente la utiliza para esto, que sólo desea el cuerpo del otro, pero no su ser completo, no la ama de verdad. Las personas y sus cuerpos no se usan, se aman. Y no hay nada más gratificante que amar completamente a otra persona, de tal manera que ambos se entreguen al otro por completo: cuerpo y mente.
Hace poco me volví a encontrar a S. y volvimos a hablar del tema. En vez de decirme que era un 50%, logró decirme que ahora tiene un 100% para darle a esa persona especial. Había logrado sanar, cerrar esas heridas emocionales y dijo que ese 100% lo continúa guardando, que nadie la iba a apurar ni mucho menos a obligar a darlo, porque ese 100% es especial y siempre lo será, hasta que llegue su momento y esa persona especial que lo merezca de verdad.
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