Un reciente estudio reveló que el 94% de los médicos y paramédicos en la región de Flandes, Bélgica, están a favor eliminar la vida de los recién nacidos si es que a los bebés se les diagnostica una discapacidad.
La encuesta realizada a través del estudio “Healthcare professionals’ attitudes towards termination of pregnancy at viable stage”, publicado a inicios de agosto, encontró que el 93,6% de los médicos encuestados “están de acuerdo en que en el caso de una afección neonatal grave (no letal), la administración de medicamentos con la intención explícita de terminar con la vida neonatal es aceptable”.
El artículo de investigación también establece que “los médicos prefieren con mayor frecuencia el feticidio a los cuidados paliativos neonatales en caso de afecciones fetales no letales”.
“Casi nueve de cada diez encuestados (89,1%) están de acuerdo en que en el caso de condiciones neonatales graves (no letal), administrar medicamentos con la intención explícita de terminar con la vida neonatal es aceptable”, señala.
Michael Robinson, Director de Comunicaciones de la Sociedad para la Protección del Niño por Nacer de Reino Unido (SPUC), una de las organizaciones de defensa de la vida más antiguas y grandes del mundo, dijo que es “es profundamente perturbador que los profesionales médicos que deberían proteger y valorar cada vida humana tengan estas creencias impactantes”.
“La posición proaborto se basa en la deshumanización de todo un grupo de humanos. Si bien es inquietante, no es de extrañar que con el tiempo estas actitudes se empiecen a reafirmar en relación con otros grupos de personas, en este caso los recién nacidos”, comentó.
Además, recordó que “la última vez que actitudes deshumanizantes como estas ganaron gran popularidad fue durante el funcionamiento del programa T4 en la Alemania nazi, cuando los humanos discapacitados y vulnerables fueron considerados como ‘una vida indigna de la vida’”.
“Con el resurgimiento de tales actitudes, nunca ha habido un momento más vital para defender y defender el derecho a la vida de todo ser humano”, aseguró.
Por otra parte, la portavoz de Right to Life UK, Catherine Robinson, comentó que “hace menos de 10 años, hubo una fuerte condena a la idea de poner fin a la vida de un bebé después de su nacimiento, independientemente de si tenía o no una discapacidad, cuando esta idea fue presentada por académicos en el British Medical Journal”.
En 2012, en un artículo publicado por el British Medical Journal, dos especialistas en ética médica argumentaron que se debería permitir a los médicos matar a bebés recién nacidos discapacitados porque no son “personas reales”.
La portavoz acotó que en la actualidad, “trágicamente, la idea de poner fin intencionalmente a la vida de un bebé nonato y un bebé recién nacido ahora parece haber pasado de un experimento de pensamiento académico extravagante a ser visto como algo moralmente aceptable por estos profesionales de la salud en Bélgica”.
Robinson también calificó de “perturbador” que los profesionales de la salud “estén enormemente a favor de los ‘abortos posparto’ y el infanticidio de bebés con discapacidad” en vez de “defender el derecho a la vida y brindar a cada bebé la mejor oportunidad posible de vivir”.
En Bélgica el aborto es legar hasta las 12 semanas de gestación. Los abortos posteriores a ese periodo se permiten si el embarazo pone en riesgo la vida de la madre o si el bebé es discapacitado.
En marzo de este año la Comisión de Eutanasia de Bélgica anunció que 2.655 ciudadanos murieron a causa de la eutanasia en 2019, incluido un menor de edad.
Desde que se introdujo la ley de eutanasia en 2002 el aumento en el número de estos casos ha sido exponencial. Para el 2018 la eutanasia fue aplicada a 2.357 belgas, en 2017 se aplicó a 2.309 y en el 2010 hubo 954 muertes por la misma causa, lo que representa un aumento del 278% en nueve años.
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