Por: Virginia Arroyave
Así como me ha enseñado a arreglar la casa y a manejar el carro, me ha enseñado a compartir con el necesitado. Aprendí qué, cuándo tienes la oportunidad, le das una galleta, un vaso con fresco a alguna persona que pase por tu casa y que lo necesite, a lo mejor un zapatero o el que barre la banqueta. Aprendí que también hay que preocuparse por los que no tienen techo que pueden estar en la cuadra de tu barrio.
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