Leo uno de los últimos artículos sobre el ciberespacio.“Frente a la predominancia de la sociedad el ciberespacio pone en el centro al individuo”; reza uno de sus párrafos. A pesar de lo ambiguo de sus palabras, me hace pensar en el valor de la persona en nuestras sociedades de hoy en día.
El individuo tiene una serie de libertades porque es un ser de infinita dignidad, con derechos inalienables; esto es, inamovibles. Le pertenecen por el mero hecho de ser persona. Así lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así lo dice la Convención Europea de los Derechos Humanos y tantas Constituciones de tantos países.
Ya nadie lo duda. Si alguien sufre vejaciones o su integridad es dañada en cualquier país o nación, no faltan las voces que claman el derecho a la intervención humanitaria. La persona, por tanto, es lo más importante y nadie parece negarlo.
Lo que viene ahora es una paradoja, una suerte de muro sobre el que choca la lógica. Pero a veces los juegos de palabras tratan de mostrar la realidad invertida. Se produce al hablar del nasciturus -si me permitís el latinismo: el feto y bebé por venir hablando más claro-. En muchas ocasiones, hemos visto cómo se entra a discutir cuándo este feto es persona o no lo es.
En el preciso instante que hay un proyecto de vida iniciado ya hay una persona, del mismo modo que desde que hay sembrado un campo ya hay un cultivo y negarlo sería ir en contra de los más básicos principios de la agricultura. Lo que quiero decir es que surge una contradicción: cuando hay un feto hay una vida, pero parece que predomina el deseo de la madre a toda costa.
Hay dos personas, dos dignidades. Si miro a las declaraciones referidas un párrafo más arriba me daré cuenta que todas las personas tienen una dignidad infinita, ¿puedo poner por encima una sobre la otra? ¿puedo poner una por encima de la otra en base a un deseo de la primera? He aquí la cuestión, resulta que el individuo es lo más importante a defender hasta que llegamos al punto de la nueva vida. En este punto es donde parece que se nos olvida.
Quizá la idea no sea hablar de aborto -ya he dicho la palabra- si no de qué puede hacer la sociedad, qué puede ofrecer y asumir, para que una madre no vea a la vida que alberga como un producto sometido a sus deseos o condicionantes. Si las dos vidas son igualmente de dignas la sociedad debería luchar por garantizar su integridad ayudando y mostrando lo único e inigualable que es la vida en todas sus dimensiones.
Y es así como del ciberespacio acabé hablando del aborto; porque todo está relacionado en nuestros días.
Bibliografía:
- Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Artículo 1 y ss. Disponible en https://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/; fecha de consulta 10 de marzo
de 2020. - Convención Europea de los Derechos Humanos. Título I. Artículo 2. Disponible en
https://www.echr.coe.int/Documents/Convention_SPA.pdf; fecha de consulta 10 de marzo de
2020. - Cecilia Mutual, M (2019) Papa: la vida humana es inviolable, no a diagnóstico prenatal para
abortar. Vaticannews.va. Disponible en https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2019-
05/audiencia-papa-yes-to-life-vida-humana-derecho-inviolable.html; fecha de consulta 10 de
marzo de 2020.
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