Todo el mundo se sorprende al conocer una persona que viene de una familia numerosa. Y es que de ser algo natural el procrear hijos, un número grande como 6, 8, 10 y 15 nos deja siempre boquiabiertos.
¿Qué se nos viene a la mente? La economía, la comodidad, el desastre detrás de cada niño, la responsabilidad, la educación, las bocas que alimentar, el vehículo, la casa, los viajes y bueno, la lista sigue. Y les preguntamos (para los imprudentes como yo): “¿Cómo le hacen?” Seguido por las bromas un poco ya gastadas y el “No tenían televisión”. Luego, la risa sarcástica como respuesta: “Ja, ja…”
Cuenta mi papá que en una ocasión, cuando fuimos a misa en un microbús que mi papá compró por ser tantos, primero bajamos nosotros, los seis hermanos, después mi mamá y luego mi papá. Un señor que estaba en la acera, se quedó perplejo y le preguntó a mi papá: ¿Y cómo le hacen? Mi papá le contestó: Ah, eso es muy fácil.
Para venir de una familia numerosa (seis hijos, siendo de las menores), también me sorprendo. Tengo tres hijos y el trabajo no acaba. Formar seres humanos no es fácil, pero viene acompañado de mucha ilusión y satisfacción. A veces digo ¡“Hasta aquí!” pero detrás suena una vocecita llena de ilusión y un poco ingenua que me dice “uno más”, pero eso en su momento y si es posible.
La casa siempre estuvo llena de personas, nunca hubo silencio. Estábamos jugando o peleando, riéndonos, llorando, mi mamá corrigiéndonos, se escuchaba música, se escuchaba movimiento. Era constante actividad y nunca silencio. Si acaso había algún instante de tranquilidad creo que eran momentos gloriosos para los vecinos.
La comida nunca hizo falta, las colegiaturas y universidades jamás estuvieron en mora. Hubo que hacer sacrificios, sí, pero a la larga nos beneficiaron mucho y fueron muy importantes para nuestra formación, necesario para todo ser humano. Una cita que procuro practicar es “criar a los hijos con un poco de hambre y un poco de frío”, fue así como nos criamos mis hermanos y yo.
Aprendimos a ser sencillos, que “no importa” presumir cosas de marca, pero sí es muy importante tener y poder presumir una familia intachable. Los seis somos profesionales con postgrados y especialidades y con familias a las que ahora nos toca enseñarles lo que aprendimos. Sí, las familias numerosas pueden ser un poco caóticas, cada individuo es distinto, pero son hogares llenos, ruidosos, con mucha alegría, mucho amor y mucha unidad. Son hogares plenos.
Me encanta ver matrimonios con muchos hijos. Son niños que viven acompañados, son amigos, confidentes y felices. También los padres son felices, y es que a pesar que a veces puede tornarse difícil alguna situación (la verdad es que nadie es ajeno a un desequilibrio económico o algún problema), la felicidad y la plenitud que dan los hijos, la motivación, los ánimos, ese amor y esa ilusión con la que te reciben tantos brazos cuando te ven, verlos triunfar, consolar sus frustraciones, saber que eres su columna, eso… ¡Eso no lo supera nada!
No tengan miedo a tener hijos. Algo que he aprendido de mis padres y de mi familia es que TODO sucede por una razón, todo niño viene al mundo con una misión. La vida es una bendición y por lo tanto debemos verla como tal, con amor, optimismo, con valor, valentía y dispuestos a abandonarnos por hacerla mejor.
“No quiero traer niños al mundo porque está muy difícil la situación. El mundo está mal. ” Sí, da miedo, pero este mundo necesita una nueva cosecha, nuevos hijos, nuevos profesionales, nuevos sacerdotes, nuevos científicos, poblarlo de buenas personas y entre más sean, ¡mejor!
“Decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores. Vosotros sois el tiempo.” – San Agustín
No quiero crear angustia si quienes me leen y piensen “Ala, hay que tener más hijos y yo ya no quiero ni puedo”. No, no me malinterpreten. No estoy imponiendo que hay que tener tantos hijos como el cuerpo aguante, debemos sobre todo ser responsables, de eso escribiré después. Soy una romántica empedernida que cree en el amor incondicional, soy optimista al creer que nunca va a estar todo perdido.
Siempre hay espacio para aprender, para crecer, para amar, para reconstruir. Si bien da miedo el mundo en el que nuestros hijos están creciendo, pues veamos hacia adentro, corrijamos lo que no está bien y empeñemos nuestra atención en formar a nuestros hijos en los valores que parece que se estuvieran perdiendo. Seamos ese rayo de luz que este mundo necesita, ese que rompe las tinieblas y recuerden, que resuene en sus corazones y en sus mentes: “No tengan miedo”. En el desafío está la oportunidad.
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4 Comments
Me encanto, me encanta esa pasión!
Bello y muy cierto. Te felicito por lo acertado de tu enfoque.
Te quiero mucho
Sos El Éxito!!! Y siempre admirare tu forma, de ver la vida… Sos in grna ejemplo para todos, querramos k no familia numerosa. Tenemos que dejar de criticar todo lo que hacen los demás, concentrarnos en nosotros y dejar que el resto tome sus decisiones, si quieren familia numerosa que bueno sigan adelante con su plan, si no quieren una familia grande (como yo) excelente, sigan con su plan. Tolerancia y respeto es lo que debemos tener.
Alexandria de mi corazón, comparto totalmente la esencia de tu escrito y me encanta tu motivación orientada hacia la familia, hacia los hijos. Soy testigo de la felicidad plena que hay en el seno de las familias con más de dos hijos, tanto de los padres, como de los hijos mismos. Te abrazo fuerte, para vos mi amor y mi admiración.