“¿Por qué el movimiento ProVida le da tantas vueltas al asunto de la anticoncepción? ¡Qué falta de
modernidad! ¡Ya, que sean prácticos y se adapten a la ciencia!”
El mundo sigue cambiando, la ciencia avanza y las generaciones evolucionan. La práctica de la Medicina y la Atención en Salud también necesita evolucionar. Las personas que acuden a un servicio de salud muchas veces ya saben bastante sobre lo que les está afectando y el tratamiento que quieren utilizar.
Pero hay una gran brecha en torno a eso. Hay poblaciones que no han tenido acceso a este “alfabetismo de la salud” o “educación de la salud”. La mayoría de las veces, esto sucede debido a la marginación socioeconómica y cultural que prevalece. Asimismo, hay personas de todo tipo que prefieren que sus proveedores de salud decidan por ellas, argumentando que son ellos quienes poseen el conocimiento y se les debe obedecer.
El derecho a la libre elección nace de la esencia misma del ser humano, ya que las consecuencias de nuestras acciones y decisiones serán siempre responsabilidad nuestra. Eso sí, mientras no estemos actuando bajo coacción, coerción, imposición, obligación o engaño. Los proveedores de salud tenemos gran responsabilidad en nuestra manera de informar a quienes nos consultan y acompañarlos en su toma de decisiones.
Cuando las personas que promueven el acceso indiscriminado y desinformado a los métodos anticonceptivos artificiales hablan de “derechos de la mujer”, se escudan en ese término para cometer una mala práctica de salud, en este caso, de salud pública y global. Ellas pregonan que están dando una educación sexual integral, pero quienes lo hemos presenciado, sabemos que eso dista mucho de la realidad.
Hablan también del “aborto provocado” (otro término mal utilizado: es un asesinato del no nacido), como una necesidad básica a la cual todas las mujeres debieran tener acceso en cualquier momento. Todo, bajo la misma capa del falso derecho de la mujer. Desafortunadamente, no proveen de una verdadera educación para la salud, ni mucho menos de una información completa, correcta, apropiada, precisa y sin sesgo.
La mujer sí tiene derechos, ¡y muchos! Tiene los mismos derechos que cualquier ser humano y, por ende, tiene el derecho a ser informada correctamente sobre sus asuntos de salud, específicamente sobre sus asuntos de salud reproductiva. La mujer de cualquier etnia, en cualquier lugar del mundo, de cualquier credo, de cualquier estatus socioeconómico, tiene derecho a ser respetada y a poder elegir consciente y racionalmente en torno a su salud y su forma de vida. La mujer tiene derecho a no ser manipulada, antes bien, tiene derecho a ser tratada como un ser pensante, a quien deben explicársele las cosas amplia y claramente, sin sesgos, adecuándose a su idioma, a su cultura, a su edad, y a su cosmovisión.
La mujer tiene derecho a ponerse de acuerdo con su marido para la toma de decisiones en torno a su salud reproductiva. Es cierto, hay muchos maridos que no quieren respetar ese derecho. Entonces la solución es trabajar con ellos y con la futura generación de maridos dándoles una buena formación en valores, y explicándoles, al igual que a las mujeres, las opciones que existen, así como las consecuencias reales de cada una de ellas.
La niña y la adolescente también tienen derechos. Ellas tienen derechos a seguir siendo custodiadas por las personas que más las quieren y aprecian en la vida: sus padres, su familia. Tienen derecho a no ser obligadas a tomar las decisiones de una mujer adulta. Tienen derecho a poder hablar de estos temas con personas realmente preparadas y dedicadas a buscarles el mayor bien para sus vidas. Tienen derecho a consultar y comentar estos temas en casa, a romper el tabú en familia. Tienen derecho a no exponerse a personas ajenas a su círculo familiar para decidir sobre su plan de vida. Tienen derecho a no ser usadas como objetos sexuales.
Sabemos que muchas mujeres adultas, adolescentes y niñas no tienen la posibilidad de hablar de esto en casa. Entonces tenemos que trabajar con esos núcleos familiares, no alienarlas de ellos. Debemos promover la unidad, el respeto y la mejora en la comunicación. La familia sostiene, cuida y nutre; allí es donde debemos invertir nuestros esfuerzos.
Los efectos deletéreos de los métodos anticonceptivos están claramente demostrados. Sin embargo, hay muchas personas impulsando su uso masivo. ¿Para qué? Si en realidad se quiere tener una paternidad/maternidad responsable, puede lograrse a través de un Proyecto Responsable de Familia, el cual no hará uso de ningún método que dañe la integridad de alguno de sus miembros.
Cuando me dicen que “es una cuestión de derechos”, no puedo imaginar realmente cuál es el proceso de pensamiento de mi interlocutor. ¿Derecho a hacerse daño a sí misma de manera permanente? ¿Derecho a desencadenar procesos patológicos que quizás no hubieran aflorado sin el uso de estos métodos? ¿Derecho a impedir el adecuado desarrollo neurológico de una adolescente? ¿Derecho a exponerse como objeto sexual para cualquier hombre quien estará libre de toda responsabilidad hacia ella? ¿Derecho a ser alienada de su núcleo familiar y a desarrollar problemas de salud emocional y mental consecuentes?
Como bien he dicho en otras ocasiones: la consecuencia natural de ser sexualmente activa es el embarazo. La otra consecuencia natural es la adquisición de infecciones de transmisión sexual (ITSs). Por lo tanto, la forma natural de evitar tanto un embarazo como una o varias ITSs es la abstinencia para ambos caso y la fidelidad de pareja para el segundo. La efectividad es del 100%. ¿En dónde hay que trabajar? En la formación y desarrollo de valores, tanto de mujeres, como de hombres, como de familias y grupos sociales. Hay que fomentar la autoestima y el respeto a la vida en cada miembro de la comunidad.
Los métodos anticonceptivos artificiales no proveen un 100% de efectividad en ninguna de sus formas, ni en la prevención del embarazo, ni en la prevención de la transmisión de ITSs. Definitivamente, hay algunos métodos que son altamente efectivos, pero ninguno llega al 100%. Interesante, ¿no? Por otro lado, ninguno de dichos métodos está libre de efectos adversos; repito, ninguno.
Uno de los mayores engaños de estas políticas globalizadas de pseudoderechos es que están protegiendo a las niñas y adolescentes. Dicen estarlas protegiendo de los embarazos no deseados. ¿En realidad no son deseados por ellas mismas? Probablemente no puedan dimensionar las consecuencias de un embarazo a esa edad y fuera de una relación estable, pero quienes realmente no los desean parecen ser los sistemas de salud, no las usuarias de estos.
¿Acaso es eso suficiente para justificar el uso de productos altamente dañinos en las mujeres, particularmente durante el desarrollo de niñas y adolescentes? El riesgo-beneficio no está equilibrado. Ciertamente los embarazos en adolescentes son más riesgosos que en la mujer adulta, pero los efectos dañinos que a diferentes niveles producen los distintos métodos anticonceptivos artificiales no se justifican ante ese argumento.
Luego vienen los abortos. Perdón, no olvidemos que los anticonceptivos hormonales son potencialmente microabortivos. Nuevamente nos hablan de derechos. ¿Quién tiene derecho a matar a otra persona? Cuando hay un juicio por asesinato todos quieren castigar al homicida, sobre todo si la víctima era de un grupo vulnerable (niños, ancianos, mujeres segregadas, de etnia marginada, etc.), y tienen razón.
A ningún ser humano en su sano juicio le parece aceptable matar a otro. Algunos dicen que sÍ lo harían en defensa de su propia vida y la de su familia. Pero un no nacido, que no ha hecho nada para estar allí y que además, ya es tu propia familia cuando lo concibes, ¿qué justificación tienes para asesinarlo? “Ojos que no ven, corazón que no siente.” Pero si lo sientes y muchas veces lo ves. ¿Acaso eso no te va a matar por dentro?
Te dicen que es por tu propio bien, porque esto va a destruir tu vida (sobre todo si eres menor de edad), pero ¿acaso el mismo procedimiento abortivo no puede destruir tu vida? Puedes morir a causa de un aborto, física, espiritual y emocionalmente. Eso no te lo dicen; y la verdad a medias es MENTIRA.
La Biblia menciona en Oseas 4,6: “Perece mi pueblo por falta de conocimiento”. La Educación para la Salud es conocimiento que empodera. La capacidad para elegir depende de muchos factores, el primero es el Saber.
Las opiniones expresadas en este blog son propiedad del autor.
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