Últimamente, estamos viendo cómo nuestro lenguaje está siendo amenazado por personas con intereses cuestionables, buscando el caos en nuestra sociedad. La ideología de género no solo intenta deshumanizar la naturaleza del hombre, sino que también quiere “desconstruir” la familia como núcleo de la misma y como consecuencia desestabilizar sus propias bases, incluyendo el lenguaje, usando una terminología que les beneficia para justificar sus comportamientos y estilo de vida no naturales.
Estas tergiversaciones deben ser corregidas prontamente para detener el rápido avance de un mal uso del léxico y sus conceptos y así, poder hablar con claridad y verdad al expresar lo que en naturaleza le corresponde al hombre, su humanidad y su dignidad.
“La cultura nos enseña responsabilidad. El hombre se reconoce a sí mismo como proyecto y busca valores que lo perfeccionen y lo trasciendan.”
Cultura y Contracultura, Enciclopedia Católica.
El reconocimiento de la fertilidad es una herramienta que nos permite ordenar nuestro comportamiento y nos brinda la oportunidad de diseñar nuestro proyecto de vida. También nos enseña a conocer el lenguaje con el que se comunica nuestro cuerpo para indicarnos nuestro estado de salud.
La fertilidad y la salud están tan íntimamente relacionadas como lo están el cuerpo y el espíritu. Al reeducarnos abrimos nuestra mente a las posibilidades, diseñando así un plan para llevar a cabo nuestro proyecto de vida; aquel que nos lleve a la plenitud, a la perfección y a la trascendencia.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre plan y proyecto familiar? Un plan es la idea del modo de llevar a cabo una acción. Un proyecto es la idea de una cosa que se piensa hacer y para la cual se establece un modo determinado y un conjunto de medios necesarios.
A pesar que ambas definiciones son similares, tienen grandes diferencias. La planificación es importante para organizarnos y llevar a cabo el proyecto. Este nos ayuda a alcanzar nuestras metas, sin embargo es un poco rígido y limitante. Un plan es como un cuadro donde establecemos los límites que debemos procurar respetar para conservar la disciplina y así, llegar a la meta.
Si nos referimos a la formación de una familia como un plan, cualquier eventualidad que salga del cuadro original causa reacciones negativas “por salirse del margen de control”. Es ahí donde entonces se emplean medios para cumplir dicho plan (como son los métodos anticonceptivos) que incluye también comportamientos, que ofrecen la “seguridad” de reducir la probabilidad de que un hijo sea concebido si se tiene un límite en la formación de la familia.
Se actúa al más puro estilo de “el fin justifica los medios”. Esta última frase se emplea para realizar cualquier acto o vía son contrarias a la ética y buenas costumbres, pero que acarrean un fin presumiblemente bueno. El individuo coloca en un segundo plano la moral y la ética, y justifica todos sus medios engañosos siempre que le permitan alcanzar un fin determinado.
Ahora, si hablamos de Proyecto Familiar, nos abre el enfoque de las probabilidades y nos permite ser más flexibles ante cualquier tipo de eventualidad que se pueda presentar, brindándonos un punto de vista positivo de la realidad. Su punto de enfoque se centra en la familia más que en intereses meramente personales, como lo hace la planificación familiar.
Al referirnos a un Proyecto Familiar, toda situación que se presente es bien recibida y no desvía de la meta, más bien aporta al crecimiento personal, experiencia, audacia, paciencia y tolerancia ante los cambios.
Todos estamos de acuerdo en que la familia es una empresa a la cual le entregamos la vida. Invertimos nuestros esfuerzos en nuestros hijos, nuestra meta es que sean seres humanos ejemplares, que nuestro legado trascienda con ellos y las generaciones siguientes. Una familia no se planifica, se proyecta porque con ella trascendemos.
Hay de devolverle al ser humano su humanidad que tanto tratan de arrebatarle hoy en día con el mal uso de definiciones y referencias como lo es la “planificación familiar”, la “salud reproductiva” y muchos otros términos mal empleados para justificar acciones que van en contra de su valor intrínseco.
El Proyecto Familiar integra a la familia y sus proyectos personales unificándolos. En cambio la planificación familiar se limita al proyecto individualista y tiende a encauzar al ser humano al egoísmo.
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