“Cuando los gobiernos le temen a la gente hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno hay tiranía” – Thomas Jefferson
El día 12 de agosto, la Corte Suprema de Justicia decidió resolver denunciar a la PDH “para que se deduzca la responsabilidad penal en la que se hubiera incurrido en el incumplimiento de la sentencia del 8 de diciembre”. Esto corresponde al amparo a favor de la Asociación La Familia Importa, acción que va encaminada a exigir a tal institución del Estado ser incoherente con lo plasmado en la misma Constitución de la República en cuanto a la preservación de la vida humana desde la concepción.
En este caso particular, ordena no solo que se abstenga de apoyar las agendas proabortistas a través de acciones educativas que emprenda con dinero público. Es importante señalar que la PDH se ha constituido en un ente supra estatal que, por ser garante de la legislación especializada en el tema, forma parte de entes internacionales igualmente interesados en los derechos humanos.
Se atribuye, y sobre todo a partir de la personalidad de cada uno de sus flamantes procuradores, la tarea de enmendarle la plana, dicho en forma coloquial, a los gobiernos de turno sobre lo que consideran violaciones a derechos humanos, a veces basados en interpretaciones pertinentes de la ley y otras a partir de los intereses políticos que dichos funcionarios poseen.
Para entender las ínfulas de los procuradores en general y del actual en forma más alarmante, hay que saber que en torno a ellos gravitan decenas de lobbys que intentan imponer agendas particulares, en este caso proabortistas que se disfrazan muchas veces como organizaciones a favor de los derechos de la mujer. Estas organizaciones que en realidad son representaciones unitarias de personas que laboran para otros entes más grandes y por lo tanto, son la llave de paso para las ambiciones políticas de estos funcionarios luego de terminar sus accidentados períodos.
Frente a estas ambiciones, que se pueden traducir también en ingresos monetarios significativos, existe la empatía y la egolatría ideológica, el autoconcebirse como si fuera un funcionario apoyado y venerado por apoyo de los votantes es un atractivo que obviamente trasciende la labor del servidor público cuyo compromiso es tan solo con el cumplimiento de la ley. Para los procuradores de derechos humanos transformados en cónsules de poderes supranacionales, todo lo que emana de sus acertadas resoluciones reflejan la realidad en tanto esa realidad sea pronunciada por una organización de su agrado.
El autobombo y la egolatría producto de la visión simplista de la realidad social en Guatemala produce que el funcionario asuma que su labor es la de un iluminado que lucha contras las huestes que desean regresar al país al oscurantismo y frente a esto solo la iluminación de la solvencia moral autoconcebida, es la prepotencia en su máxima expresión.
Cuesta que entre en la cabeza de Jordán Rodas que las organizaciones y los activistas que apoyan al procurador son solo UNA EXPRESIÓN social no son LA EXPRESIÓN total de la sociedad, por lo que es un error partir de que solo necesita de los aplausos de sus fans para encumbrarse sobre su verdad y claro, desechar en el camino a todas las opiniones y expresiones que simplemente le disgustan porque no corresponden a su muy corta visión de la realidad.
Al parecer, ha entrado a refugiarse en su disonancia cognitiva con los que le aplauden y ahora se siente a gusto al saber que todo lo demás es una conspiración en su contra, así o más clara es su paranoia ideológica.
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Foto: República.gt
One Comment
Gracias por su artículo, no soy experto en el tema, cuando menciona aspiraciones políticas queeridas por estas perdonas, no lo entiendo, porque según mi entender estas personas apoyan estos movimientos (por ejemplo el aborto) a cambio solamente temas económicos para ellos. como sea, de nuevo, gracias por su artículo.