LA FÓRMULA DE LA VOLUNTAD

En un ambiente social como el actual, donde el protagonismo familiar es cada vez más reducido, el único modo para que los jóvenes sean capaces de vivir con dignidad es llenarles de fuerza interior.

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Por Óscar Pineda
Siempre me ha parecido muy cómico e interesante ver en las salas de estar o en otros lugares, frascos de medicina que utilizan como decoración. Lo simpático del asunto es que les ponen una etiqueta grande y visible que dicen: “Medicamento para la Voluntad”. Por supuesto es un frasco vacío pero que me ha llevado a reflexionar sobre el hecho real de que la voluntad no la podemos comprar en dosis en una farmacia o que no podemos encontrarla en algún mineral existente en la naturaleza.


Una carencia de voluntad nos lleva tener fracasos en todos los ámbitos ya que la educación actual nos conduce a un mundo integral y completo. El desarrollo de la fortaleza apoya el de todas las demás virtudes: no hay virtud moral sin el esfuerzo por adquirirla. En un ambiente social como el actual, donde el influjo familiar es cada vez más reducido, el único modo para que los jóvenes sean capaces de vivir con dignidad es llenarles de fuerza interior. La capacidad de esfuerzo está muy relacionada con la madurez y la responsabilidad.

Para los educadores que emprendemos cada día la vocación de formar es importante tener a la vista la manera de cómo estamos educando la voluntad de nuestros alumnos. El desarrollo de la fortaleza apoya el de todas las demás virtudes.

En un ambiente social como el actual, donde el protagonismo familiar es cada vez más reducido, el único modo para que los jóvenes sean capaces de vivir con dignidad es llenarles de fuerza interior. La capacidad de esfuerzo está muy relacionada con la madurez y la responsabilidad. Es por ello primordial que nuestros muchachos sepan “el qué y porqué se hacen las cosas”. Y luego una dosis de encargos que lo lleven no solo a cumplir con una rutina determinada sino también a practicar un esfuerzo prolongado. Otro punto importante es plantear metas en todos los aspectos tanto académicos como personales y espirituales. Es por ello que me fascina el eslogan que dice;  “El deporte fortalece el espíritu”. 

Para ponerle una guinda al pastel es importante felicitar los logros por pequeños que sean y hacer ver que la satisfacción de la obra bien hecha nos lleva a una alegría interior de saber que se cumple con la búsqueda del bien y el logro de metas personales.

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