Tuve un papá ausente que muchos años después y en el ocaso de su vida, antes de partir a la casa del padre, tuve la oportunidad de perdonar. Logré encontrarme con ese amor profundo que yo de niña nunca pude sustituir, aún intentándolo sin éxito con muchos otros cariños, porque lo que él (mi padre) no entendía era que su lugar era insustituible y que siempre lo extrañé.
Me casé a los 20 años con una hombre que sin duda ha sido una inspiración en mi vida, que venía de un hogar integrado; mis suegros un ejemplo de matrimonio, donde el amor del uno por el otro reina hasta el día de hoy. No dudo que esto ha sido un trabajo arduo, para mí en mi avidez era una respuesta a lo que había soñado tener siempre, y que me permitió reconocer que existían los hombres responsables que honran su paternidad. El matrimonio es una tarea muy difícil de adaptación, aceptación, comunión, entrega y elección mutua constante. No ha sido fácil, pero nada de lo bueno en nuestras vidas lo es, y la decisión de amarnos ha prevalecido ante cualquier dificultad.
Mi esposo que conocía muy bien mi anhelo de niña lo hizo suyo también, convirtiéndolo en nuestro proyecto de vida y una meta bien trazada para ambos, que implicaba en primer lugar educar a nuestras niñas sobre la base de la importancia de tenernos como familia, de lo valioso que es cada uno en su rol dentro de casa, fomentar valores como el amor incondicional, el perdón y la búsqueda constante de Dios como el centro de todo. Decidimos hacer de nuestra familia ese refugio en el que te sientes seguro, motivamos a tener nuestras propias tradiciones y costumbres, y fuimos involucrando en este sueño a nuestras niñas en la medida que iban creciendo. Tenemos muchas anécdotas de experiencias inolvidables, porque hicimos de nosotros cuatro, nuestra prioridad.
Hoy, 19 años después, mis hijas han crecido y se encuentran ya con los retos de tomar sus propias decisiones. Cada día pasamos con mi esposo más tiempos solos, felices de haber podido vivir nuestro sueño con los ojos abiertos. Estoy segura que faltan muchas cosas más por vivir, confiados en el legado de amor que hemos dejado en nuestras hijas y que cada día fortalece nuestro matrimonio. Actualmente estamos dedicados a defender la familia ante las amenazas actuales de la sociedad y promoviendo la importancia de la familia como fundamento para el desarrollo integral de cada persona. Además también trabajamos a favor del matrimonio, porque el matrimonio nos complementa y fortalece nuestras debilidades como individuos.
No es fácil ir en contra de tus patrones, y luchar todos los días por no darte por vencido. Hoy sé que no me equivoqué al creer de niña que la meta más grande era tener una Familia, que sin duda ha sido mi mayor logro, donde he encontrado mis mayores satisfacciones y la manera más grande de trascender.
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Me encantó! Yo también estoy viviendo mi sueño de ser mamá y formar una familia. Me siento completamente realizada con mi elección y bendecida porque Dios me ha concedido ese deseo tan grande y veo sus bendiciones a diario en mi matrimonio y en nuestras 4 hijas que han sido el fruto de ese amor. Este es el verdadero feminismo… administrando hogares, forjando matrimonios y formando almas! ¡Por mas familias contra corriente!