La paz se consigue una causa a la vez

columna ::el laberinto del fauno::

 El rol que la familia juega en sembrar y cosechar la paz es preponderante.

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Por Andrea Motta de Contreras

Paz. Tres letras que denotan inmensidad. El anhelo más grande de cualquier hombre, familia, gobierno, sociedad… Innecesario resulta preguntar por qué lo es. La paz es afán de todos y patrimonio de pocos.

Podríamos creer que alcanzarla es la principal labor de un gobierno o de una instancia internacional. Sin embargo, la paz es una cuestión personal. Depende de usted y depende de mí.  Estoy convencida de esto, al mismo tiempo que me declaro poco afín a los planteamientos motivacionales. Es decir, me parece radicalmente iluso, eso de que si usted piensa con todas sus fuerzas que la paz la inundará; al abrir los ojos se encontrará en un espacio que rebosa blancura y tranquilidad…  La paz se consigue minuto a minuto, una causa a la vez.


Pero ocurre que los humanos elegimos mal las causas que nos llevan a alcanzarla. Buscamos la paz hasta debajo de las piedras, nos cuesta creer que la fórmula es sencilla y está ligada a nuestro entorno más íntimo: la familia.

Pocos días después que AFI realizará la Gran Marcha Nacional por la Vida, la Familia y Guatemala, una reconocida columnista tituló una de sus publicaciones como “La violencia al centro”. Clara antítesis de lo que la Gran Marcha proponía: “SI la familia va al centro, Guate llega más lejos”. Karen Slowing abordaba el tema de la violencia intrafamiliar y al final de su columna recomendaba: “Estimada lectora: no tener la familia “modelo” no le quitará la vida; permanecer al lado de un compañero violento, ¡sí!”. Aclaro que coincido con ella en esta última oración.  Sin embargo, me resulta interesante su curiosa interpretación sobre el mensaje que la Marcha Nacional impulsaba. 

En los mensajes de esta, nunca se habló sobre familias “modelo”, sí sobre familias funcionales; pero no funcionales moralmente, sino socialmente. Una familia funcional es aquella que brinda aportes concretos para que la sociedad sea sostenible y pacífica. El rol que la familia juega en sembrar y cosechar la paz es preponderante. Doy ahora dos ejemplos sobre cómo la destrucción de los núcleos familiares abre la puerta para que la violencia entre a raudales:

  • Los niños que residen en familias con adultos no emparentados con ellos son 8 veces más propensos a morir a causa del maltrato que los niños en familias con sus padres biológicos. (Michael Stiffman, “Household Composition and Risk of Fatal Child Maltreatment”)

  • Los desórdenes de conducta y los problemas emocionales son 4 veces más elevados en hogares con familias destruidas. (Estudio: Bases para las políticas familiares en Argentina)

Es claro que la antítesis propuesta por Slowing podría pecar de ligereza al sugerir que la familia es el principal ámbito en el que la violencia se engendra. Dos datos han dejado en evidencia que no es así… y hay muchos más. 

Si queremos fortalecer la paz, fortalezcamos la familia. Mahatma Gandhi afirmaba que “La violencia es el miedo a los ideales de los demás”. ¿Quién más que nuestra familia para cortar de tajo la barbarie y dotarnos de alas para alcanzar y defender  nuestras aspiraciones  y las de la sociedad en la que vivimos? 

No Comments

  1. Glendy de Monzón-
    16 septiembre, 2014 at 1:10 am

    Muy buen artículo, acertado y real la familia funcional es la que al final sacará a la sociedad actual de las turbulentas aguas en las que se encuentra, la familia es el refugio, el lugar en dónde se es amado por si mismo.