COLUMNA :::A CONTRACORRIENTE:::
Un ser humano que ejerce sabiamente su libertad es el constructor de una sociedad más libre y más justa.
Por María Renée Estrada
George Weigel, en su artículo Dos ideas de libertad, expone la diferencia entre la libertad indiferente o pragmática – aquella que normalmente prevalece en la sociedad actual-, y la libertad de excelencia descrita en el trabajo de Tomás de Aquino, a la que todo ser humano debería aspirar.
George Weigel, en su artículo Dos ideas de libertad, expone la diferencia entre la libertad indiferente o pragmática – aquella que normalmente prevalece en la sociedad actual-, y la libertad de excelencia descrita en el trabajo de Tomás de Aquino, a la que todo ser humano debería aspirar.
Pero, ¿cuál es la diferencia y por qué es importante saberlo?
Vivimos en mundo que nos motiva a ser libres y a buscar la libertad a toda costa. Es un término bastante utilizado, y muy mal ejecutado, entre muchos jóvenes y adultos. Podríamos decir que la falta de información acerca del término es una de las razones para que este se utilice de una manera sumamente tergiversada, sin embargo como vivimos en la era de la información, sería ilógico hacer esa salvación.
Para Tomás de Aquino la libertad es sinónimo de la búsqueda de la excelencia para el hombre. Es una libertad enraizada en el esfuerzo del ser humano por crecer en la virtud, educada principalmente a través del intelecto y la voluntad. La libertad, aquella que busca la excelencia, le permite al ser humano desarrollar la capacidad de encontrarse más allá de su naturaleza subjetiva – lo que le permite conocer, elegir y amar el bien común, el bien objetivo.
La sociedad actual nos vende otro tipo de libertad, la indiferente o pragmática, aquella que en palabras de William de Ockham es “una facultad neutra de decisión” y que únicamente depende del ejercicio de la voluntad humana. Weigel etiqueta este concepto como libertad indiferente, ya que su fundamento primordial no es una verdad objetiva.
Viktor Frankl, a través de sus escritos en El hombre en busca del sentido, explica la complejidad y profundidad de la naturaleza humana, aquella que va más allá de las necesidades físicas y el instinto. Frankl narra cómo quienes fueron capaces de sobrevivir la nefasta experiencia de los campos de concentración fueron aquellos que creían fielmente que su vida tenía un propósito, un sentido. Quienes continuaron viviendo fueron los que buscaban un tipo de libertad que no necesariamente estaba ligado al estado físico en el que se encontraban. Probablemente el ejemplo más grande de libertad humana, independientemente de la situación física de las personas.
La libertad entendida como el saber y buscar lo que es objetivamente bueno es la que motiva al ser humano a salir adelante, la que lo engrandece. Es esta libertad, la de la excelencia, la que mueve al ser humano de su experiencia particular, a la búsqueda del bien común; Es la que le brinda una verdadera plenitud a la dignidad del hombre.
Hablar de la libertad de excelencia es hablar de actuar de acuerdo a la verdad, conociendo el bien y escogiendo el bien ante todo, un bien común antes que un bien personal. Weigel explica que la libertad de excelencia de Santo Tomás de Aquino es un gran logro, ya que logró fusionar la sabiduría filosófica de la teología cristiana con la filosofía de Aristóteles. “Este matrimonio intelectual produjo una visión rica, compleja y humanística del ser humano, de los bienes humanos, y del destino humano. Incrustado en esta visión del ser humano se encuentra un poderoso concepto de libertad” afirma Weigel.
Libertad es ser, no hacer. Ser dueños de nosotros mismos, capaces de escoger sabiamente y de actuar bien como efecto de la virtud. A través de la libertad ejercitamos tanto nuestro intelecto como nuestra voluntad, actuando por el deseo natural de la verdad, el bienestar y la felicidad. Los seres humanos nacemos con anhelos naturales, y una libertad sabiamente vivida nos ayuda a lograrlos.
Un ser humano que ejerce sabiamente su libertad es el constructor de una sociedad más libre y más justa.
Track A, World Youth Alliance
Para Tomás de Aquino la libertad es sinónimo de la búsqueda de la excelencia para el hombre. Es una libertad enraizada en el esfuerzo del ser humano por crecer en la virtud, educada principalmente a través del intelecto y la voluntad. La libertad, aquella que busca la excelencia, le permite al ser humano desarrollar la capacidad de encontrarse más allá de su naturaleza subjetiva – lo que le permite conocer, elegir y amar el bien común, el bien objetivo.
La sociedad actual nos vende otro tipo de libertad, la indiferente o pragmática, aquella que en palabras de William de Ockham es “una facultad neutra de decisión” y que únicamente depende del ejercicio de la voluntad humana. Weigel etiqueta este concepto como libertad indiferente, ya que su fundamento primordial no es una verdad objetiva.
Viktor Frankl, a través de sus escritos en El hombre en busca del sentido, explica la complejidad y profundidad de la naturaleza humana, aquella que va más allá de las necesidades físicas y el instinto. Frankl narra cómo quienes fueron capaces de sobrevivir la nefasta experiencia de los campos de concentración fueron aquellos que creían fielmente que su vida tenía un propósito, un sentido. Quienes continuaron viviendo fueron los que buscaban un tipo de libertad que no necesariamente estaba ligado al estado físico en el que se encontraban. Probablemente el ejemplo más grande de libertad humana, independientemente de la situación física de las personas.
La libertad entendida como el saber y buscar lo que es objetivamente bueno es la que motiva al ser humano a salir adelante, la que lo engrandece. Es esta libertad, la de la excelencia, la que mueve al ser humano de su experiencia particular, a la búsqueda del bien común; Es la que le brinda una verdadera plenitud a la dignidad del hombre.
Hablar de la libertad de excelencia es hablar de actuar de acuerdo a la verdad, conociendo el bien y escogiendo el bien ante todo, un bien común antes que un bien personal. Weigel explica que la libertad de excelencia de Santo Tomás de Aquino es un gran logro, ya que logró fusionar la sabiduría filosófica de la teología cristiana con la filosofía de Aristóteles. “Este matrimonio intelectual produjo una visión rica, compleja y humanística del ser humano, de los bienes humanos, y del destino humano. Incrustado en esta visión del ser humano se encuentra un poderoso concepto de libertad” afirma Weigel.
Libertad es ser, no hacer. Ser dueños de nosotros mismos, capaces de escoger sabiamente y de actuar bien como efecto de la virtud. A través de la libertad ejercitamos tanto nuestro intelecto como nuestra voluntad, actuando por el deseo natural de la verdad, el bienestar y la felicidad. Los seres humanos nacemos con anhelos naturales, y una libertad sabiamente vivida nos ayuda a lograrlos.
Un ser humano que ejerce sabiamente su libertad es el constructor de una sociedad más libre y más justa.
Fuente:
Track A, World Youth Alliance
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