“El 24 de diciembre del 2012 les dimos la noticia a nuestras familias y todos estábamos muy felices, dos días después escuchamos el latido de su corazón. El 25 de enero empecé con un sangrado leve…”
POR YESS DE TRUJILLO
Con Héctor, mi esposo de cinco años, siempre dijimos que queríamos muchos hijos y cuando nos preguntaban decíamos “cuatro” a lo que casi siempre nos respondían con asombro. Con el tiempo dejamos de decir un número y empezamos a contestar “los que Dios quiera” y para nuestra sorpresa seguían respondiendo “¿tantos?”, como si supieran cuántos nos mandaría.
Y gracias a Dios una semana después de regresar de la Luna de Miel quedamos embarazados de Fátima, mi hermosa Princesa y amor de su Papá, luchadora desde que nació, a las 36 semanas de gestación. El cordón enrollado en su cuellito a la hora de nacer le impidió una buena oxigenación y eso le ocasionó una fisura en el cerebro, la cual le ha provocado un atraso en el habla, tono muscular débil del lado derecho de su cuerpo y debido a una enfermedad genética que conlleva hipoglicemias, dos convulsiones, una al segundo día de nacida y otra cuando tenia dos años, lo cual fue uno de los momentos más angustiantes que hemos vivido como papás.
Comparto la situación de Fátima porque para nosotros como papás, aunque ha sido duro, no fue algo que nos desanimó a querer mas hijos y cuando ella cumplió 7 meses empezamos a buscar quedar embarazados de nuevo, sucedió cuando ella cumplió 1 año.
El 24 de diciembre del 2012 les dimos la noticia a nuestras familias y todos estábamos muy felices, dos días después escuchamos el latido de su corazón. El 25 de enero del 2013 por la noche empecé con un sangrado leve, le comenté a mi esposo e inmediatamente nos comunicamos con mi doctor, quien me recetó progesterona y dijo que si el sangrado seguía por la noche, que me esperaba a primera hora del día siguiente en su consultorio. El sangrado siguió y nos juntamos con el Dr. como nos había dicho; me empezó a hacer el ultrasonido y buscar el latido del corazón de mi bebé, pasaba y pasaba el aparato sobre mi vientre hasta que me dijo, “lo siento, tu bebé no tiene latido y tenemos que practicarte un legrado lo antes posible”.
Sentí que todo se me oscureció y no entendía lo que me estaban diciendo, fue un momento muy doloroso. Hicieron el procedimiento y mi esposo le habló al Dr. para que le hiciera a nuestro bebé un examen para saber el sexo y así ponerle un nombre, a lo cual él contesto que no era posible ya que ¨el producto¨ salía muy deshecho y que era imposible. Nos dolió mucho que llamara así a nuestro bebé y nos dolió también no haber insistido más. Vivimos nuestro duelo unidos por nuestro amor y sobre todo con nuestras oraciones y las de quienes pedían por nosotros. Le pusimos Karol.
Cambiamos de ginecólogo, queríamos uno que además de ser un buen profesional, fuera alguien que respetara la vida en todas sus etapas y no insistiera en que usáramos métodos anticonceptivos como el anterior, a pesar que le dijimos que no queríamos ya que absolutamente todos tienen efectos abortivos. Gracias a Dios lo encontramos y después de unos meses, en mayo del 2013 Dios nos permitió quedar embarazados nuevamente de nuestro terremoto Pablo, un gordito hermoso y muy sano, con las enfermedades y desarrollo normales de un bebe.
Cuando Pablito cumplió un año en febrero del 2015, empezamos a buscar quedar embarazados nuevamente y fuimos con mi Ginecólogo a que me hiciera el chequeo correspondiente y nos dijera cómo me miraba. Después del chequeo nos dijo que todo estaba bien y que nos daba luz verde para encargar bebé, y meses después en Junio del 2015, nos enteramos que estábamos esperando nuevamente. Se acercaba un viaje de chequeo médico para Fátima y mi suegra iba con nosotros en el viaje. Le dimos la noticia unos días antes de regresar pero le pedimos que no contara nada porque queríamos dar la sorpresa al regresar, así lo hicimos ¡y total felicidad!
Dos semanas después en un chequeo médico, como una pesadilla, la historia se volvía a repetir, ¨lo siento Yess, no hay latido¨. Nunca nos imaginamos que volveríamos a pasar por este dolor tan profundo. Emocionalmente fue más duro, no pudimos vivir igual nuestro duelo porque ya teníamos dos pequeños que cuidar y que con sus cosas maravillosas de niños hacían que por momentos se nos olvidara. La diferencia en esta ocasión fue que nuestro Dr. tenía mayor conocimiento del tema y nos dijo que sí se podía saber el sexo del bebé desde el momento de la concepción, ya que en ese momento ya está toda la carga genética de la persona, hasta el color de los ojos. El resultado niña, se nos fue una hermosa princesa a quien llamamos Mariana.
No les digo que el dolor pasa porque al contrario, lo recuerdo todo tan vívidamente como el día que los perdí. A veces lloro con todas mis fuerzas, otras no, pero siempre mando un beso al cielo a mis dos Angelitos.
A veces la gente hace comentarios como “al menos llevaban poco tiempo de embarazo porque sino el dolor habría sido mas fuerte”, o “tranquilos tal vez no venían sanitos”. La realidad es que no importa en que mes de gestación o a los cuantos años de vida pierdas un hijo, SIEMPRE te va doler. Porque estás perdiendo a un ser amado con quien tenías planes en tu mente y soñabas verlos crecer, y aunque no los conociste, el dolor, la ausencia y el saber que no los podrás abrazar y ver su carita, representa lo mismo para cualquier persona.
Y el hecho de que hubiera existido la posibilidad de que tuvieran alguna enfermedad, tampoco es un consuelo ya que eso no lo haría menos hijo o menos valioso. Un hijo siempre es felicidad. Entendemos que nos dicen esas palabras sin mala intención, de hecho mas de alguna vez tal vez nosotros las dijimos antes, buscaban aliviar nuestro dolor, pero hemos aprendido que el dolor es parte de la vida, el cual se lo ofrecemos a Dios y no lo cuestionamos. Él sabe lo que anhelábamos tener a nuestros bebés con nosotros, pero también sabe que nuestra meta principal para con nuestros hijos es que sean felices y que lleguen al cielo, y en nuestro caso ya dos de ellos están en la felicidad de Su presencia, ese es nuestro consuelo. A Fátima y a Pablo les hablamos siempre de sus hermanitos en el cielo.
Con mi esposo queremos tener mas hijos, solo Dios sabe si vamos a tener más, puede ser que tengamos otra pérdida, puede ser que traigan la misma enfermedad genética de Fátima o cualquier otra, no sabemos, cualquier cosa puede pasar, lo que sí sabemos es que siempre hemos y seguiremos celebrando la vida de nuestros hijos desde su concepción.
Algunas personas sugieren que hay que contar del embarazo hasta el tercer mes de gestación ya que esos primeros meses hay más riesgo de pérdida, pero en nuestro caso si no hubiéramos contado nada en las dos pérdidas, no hubiéramos podido celebrar sus vidas con nuestras familias y amigos. Quizá solamente hubiéramos tenido que darles la noticia de la pérdida o peor aún, no haber contado ninguna de las dos y seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado y no hubiéramos tenido en esos momentos tan importantes el apoyo de las personas que nos quieren.
Y gracias a Dios una semana después de regresar de la Luna de Miel quedamos embarazados de Fátima, mi hermosa Princesa y amor de su Papá, luchadora desde que nació, a las 36 semanas de gestación. El cordón enrollado en su cuellito a la hora de nacer le impidió una buena oxigenación y eso le ocasionó una fisura en el cerebro, la cual le ha provocado un atraso en el habla, tono muscular débil del lado derecho de su cuerpo y debido a una enfermedad genética que conlleva hipoglicemias, dos convulsiones, una al segundo día de nacida y otra cuando tenia dos años, lo cual fue uno de los momentos más angustiantes que hemos vivido como papás.
Comparto la situación de Fátima porque para nosotros como papás, aunque ha sido duro, no fue algo que nos desanimó a querer mas hijos y cuando ella cumplió 7 meses empezamos a buscar quedar embarazados de nuevo, sucedió cuando ella cumplió 1 año.
El 24 de diciembre del 2012 les dimos la noticia a nuestras familias y todos estábamos muy felices, dos días después escuchamos el latido de su corazón. El 25 de enero del 2013 por la noche empecé con un sangrado leve, le comenté a mi esposo e inmediatamente nos comunicamos con mi doctor, quien me recetó progesterona y dijo que si el sangrado seguía por la noche, que me esperaba a primera hora del día siguiente en su consultorio. El sangrado siguió y nos juntamos con el Dr. como nos había dicho; me empezó a hacer el ultrasonido y buscar el latido del corazón de mi bebé, pasaba y pasaba el aparato sobre mi vientre hasta que me dijo, “lo siento, tu bebé no tiene latido y tenemos que practicarte un legrado lo antes posible”.
Sentí que todo se me oscureció y no entendía lo que me estaban diciendo, fue un momento muy doloroso. Hicieron el procedimiento y mi esposo le habló al Dr. para que le hiciera a nuestro bebé un examen para saber el sexo y así ponerle un nombre, a lo cual él contesto que no era posible ya que ¨el producto¨ salía muy deshecho y que era imposible. Nos dolió mucho que llamara así a nuestro bebé y nos dolió también no haber insistido más. Vivimos nuestro duelo unidos por nuestro amor y sobre todo con nuestras oraciones y las de quienes pedían por nosotros. Le pusimos Karol.
Cambiamos de ginecólogo, queríamos uno que además de ser un buen profesional, fuera alguien que respetara la vida en todas sus etapas y no insistiera en que usáramos métodos anticonceptivos como el anterior, a pesar que le dijimos que no queríamos ya que absolutamente todos tienen efectos abortivos. Gracias a Dios lo encontramos y después de unos meses, en mayo del 2013 Dios nos permitió quedar embarazados nuevamente de nuestro terremoto Pablo, un gordito hermoso y muy sano, con las enfermedades y desarrollo normales de un bebe.
Cuando Pablito cumplió un año en febrero del 2015, empezamos a buscar quedar embarazados nuevamente y fuimos con mi Ginecólogo a que me hiciera el chequeo correspondiente y nos dijera cómo me miraba. Después del chequeo nos dijo que todo estaba bien y que nos daba luz verde para encargar bebé, y meses después en Junio del 2015, nos enteramos que estábamos esperando nuevamente. Se acercaba un viaje de chequeo médico para Fátima y mi suegra iba con nosotros en el viaje. Le dimos la noticia unos días antes de regresar pero le pedimos que no contara nada porque queríamos dar la sorpresa al regresar, así lo hicimos ¡y total felicidad!
Dos semanas después en un chequeo médico, como una pesadilla, la historia se volvía a repetir, ¨lo siento Yess, no hay latido¨. Nunca nos imaginamos que volveríamos a pasar por este dolor tan profundo. Emocionalmente fue más duro, no pudimos vivir igual nuestro duelo porque ya teníamos dos pequeños que cuidar y que con sus cosas maravillosas de niños hacían que por momentos se nos olvidara. La diferencia en esta ocasión fue que nuestro Dr. tenía mayor conocimiento del tema y nos dijo que sí se podía saber el sexo del bebé desde el momento de la concepción, ya que en ese momento ya está toda la carga genética de la persona, hasta el color de los ojos. El resultado niña, se nos fue una hermosa princesa a quien llamamos Mariana.
No les digo que el dolor pasa porque al contrario, lo recuerdo todo tan vívidamente como el día que los perdí. A veces lloro con todas mis fuerzas, otras no, pero siempre mando un beso al cielo a mis dos Angelitos.
A veces la gente hace comentarios como “al menos llevaban poco tiempo de embarazo porque sino el dolor habría sido mas fuerte”, o “tranquilos tal vez no venían sanitos”. La realidad es que no importa en que mes de gestación o a los cuantos años de vida pierdas un hijo, SIEMPRE te va doler. Porque estás perdiendo a un ser amado con quien tenías planes en tu mente y soñabas verlos crecer, y aunque no los conociste, el dolor, la ausencia y el saber que no los podrás abrazar y ver su carita, representa lo mismo para cualquier persona.
Y el hecho de que hubiera existido la posibilidad de que tuvieran alguna enfermedad, tampoco es un consuelo ya que eso no lo haría menos hijo o menos valioso. Un hijo siempre es felicidad. Entendemos que nos dicen esas palabras sin mala intención, de hecho mas de alguna vez tal vez nosotros las dijimos antes, buscaban aliviar nuestro dolor, pero hemos aprendido que el dolor es parte de la vida, el cual se lo ofrecemos a Dios y no lo cuestionamos. Él sabe lo que anhelábamos tener a nuestros bebés con nosotros, pero también sabe que nuestra meta principal para con nuestros hijos es que sean felices y que lleguen al cielo, y en nuestro caso ya dos de ellos están en la felicidad de Su presencia, ese es nuestro consuelo. A Fátima y a Pablo les hablamos siempre de sus hermanitos en el cielo.
Con mi esposo queremos tener mas hijos, solo Dios sabe si vamos a tener más, puede ser que tengamos otra pérdida, puede ser que traigan la misma enfermedad genética de Fátima o cualquier otra, no sabemos, cualquier cosa puede pasar, lo que sí sabemos es que siempre hemos y seguiremos celebrando la vida de nuestros hijos desde su concepción.
Algunas personas sugieren que hay que contar del embarazo hasta el tercer mes de gestación ya que esos primeros meses hay más riesgo de pérdida, pero en nuestro caso si no hubiéramos contado nada en las dos pérdidas, no hubiéramos podido celebrar sus vidas con nuestras familias y amigos. Quizá solamente hubiéramos tenido que darles la noticia de la pérdida o peor aún, no haber contado ninguna de las dos y seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado y no hubiéramos tenido en esos momentos tan importantes el apoyo de las personas que nos quieren.
Nosotros celebramos la vida desde el primer momento, Dios decide si nos deja disfrutar de nuestros hijos 7 semanas, 3 meses o 30 años y no podemos limitarnos a amar y celebrar la vida de un hijo por meras estadísticas ¡mis hijos no son una estadística!
En estos días que se celebra el día del no nacido, pienso en mis dos bebés que no nacieron en esta vida pero nacieron para la vida eterna, y también pienso en todos esos bebés que no los dejan nacer porque instituciones sin escrúpulos hacen creer a las mamás que en esos primeros meses de embarazo aún no hay vida, o aún creyendo que hay vida, les hacen creer que es un “derecho” impedirles que nazcan y las envuelven en mentiras y logran el peor de los crímenes. No juzgo a las mamás que lo han hecho, pero le pido a Dios por esos bebés inocentes y por esas mamás para que las reconforte ya que en el fondo de su corazón deben tener el dolor y el vació que yo también tengo, y espero que algún día entiendan que Dios las invita a dejarse amar por Él y a perdonarse y que sus hijos desde el cielo interceden por ellas.
En estos días que se celebra el día del no nacido, pienso en mis dos bebés que no nacieron en esta vida pero nacieron para la vida eterna, y también pienso en todos esos bebés que no los dejan nacer porque instituciones sin escrúpulos hacen creer a las mamás que en esos primeros meses de embarazo aún no hay vida, o aún creyendo que hay vida, les hacen creer que es un “derecho” impedirles que nazcan y las envuelven en mentiras y logran el peor de los crímenes. No juzgo a las mamás que lo han hecho, pero le pido a Dios por esos bebés inocentes y por esas mamás para que las reconforte ya que en el fondo de su corazón deben tener el dolor y el vació que yo también tengo, y espero que algún día entiendan que Dios las invita a dejarse amar por Él y a perdonarse y que sus hijos desde el cielo interceden por ellas.
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La pérdida de un bebé no nacido en mi opinión duele igual que la pérdida de cualquier ser querido… Yo tambien perdí a mi bebe con un mes de embarazo fue un embarazo ectópico pero igual me dolió, me duele y me seguirá doliendo los días que tenga de vida y celebró la vida de mis dos hermosas princesas…