Columna :::el laberinto del fauno:::
¿Por qué la familia no deja de producir interés en un mundo en el que cada vez se duda más de su aporte a la humanidad?
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Por Andrea Motta
Los anuncios más exitosos son aquellos que logran imitar a la vida. Los que nos hacen sonreír, llorar, cuestionarnos… Actualmente, aunque hay una ola de empresas que aún recurre a tópicos de la prehistoria de la publicidad (por ejemplo, tomar el camino fácil de usar la sexualidad); también hay marcas que promueven anuncios dignos de ovaciones: sencillos pero creativos, positivos pero realistas. |
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¿Pero por qué la familia no deja de producir interés en un mundo en el que cada vez se duda más de su aporte a la humanidad? He reflexionado e irónicamente me he respondido con la misma pregunta. Dicho de otra forma, la familia es la única constante de la sociedad y de allí la necesidad de retratar sus situaciones, retos, alegrías…
La familia es, recurriendo también a un eslogan, todo bajo un techo. No se trata de hacer una comparación unidireccional: la familia es encantadora porque lo dice la publicidad. Más bien, debe plantearse que la riqueza que exhalan las relaciones familiares y el amor que estas suponen es tan grande que resulta completamente lógico que atraiga a las masas.
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