Columna :::el laberinto del fauno:::
Al final de cuentas, no son las mentalidades colectivas las que llevan a las personas y a los países por uno u otro camino; sino que es cada uno quien decide adherirse o rechazar estilos de vida.
Últimamente han surgido medios digitales a los que accedo con regularidad. Algunos presentan investigaciones muy valiosas, columnas con criterio… muchas veces muestran una Guatemala diferente a la que los medios tradicionales me presentan. Quizá por eso, soy lectora recurrente de estos diarios digitales.
El último medio que surgió y he seguido con cierta frecuencia es Nómada. Pensé que seguiría la misma linea de investigación que el medio digital que antes dirigió Martín Rodríguez. Sin embargo, he encontrado que más que un medio informativo es un medio de opinión. Me explico. En lugar de encontrar sendas investigaciones, cada vez me topo más con blogueros a quienes les agrada ventilar su vida personal y promover así estilos de vida.
Recientemente, en su columna “No soy alta, ni morena, ni virgen, ni arquitecta”, Flora Campollo afirmó: “Una vez más confirmé por qué las mujeres en países como este ocultamos nuestra sexualidad activa. Nadie quiere pasar a ser ciudadano de segunda clase solo porque tiene sexo. Seguramente no soy la primera ni la última en atravesar por esta experiencia. Seguramente un día no será así. Pero por el momento esto es lo que hay en países como el nuestro, con mentalidades como las nuestras”.
“Mentalidades como las nuestras”. ¿Cuánto hace que los valores dejaron de ser universales? Y no hablo de virginidad, hablo de amor, de respeto y de muchas virtudes que, aunque han dejado de ser “políticamente correctas”; siguen allí hablando al oído de todo ser humano; igual da si estás en China, en España, en Estados Unidos o en Guatemala.
Al final de cuentas, no son las mentalidades colectivas las que llevan a las personas y a los países por uno u otro camino; sino que es cada uno quien decide adherirse o rechazar estilos de vida.
El matrimonio es un camino entre muchos otros. La virginidad también lo es, así como el hedonismo. Algunos presentan más aristas que otros, pero todos son caminos. Lo único que no puedo afirmar es que todos lleven al mismo lugar. Y desde esta perspectiva, yo diría: elija usted su camino y evite la tentación de borrar o marginar el que eligió el de la par.
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