A continuación la declaración completa:
Declaración “Mujer y Desarrollo”
Excelentísimos Embajadores y Representantes de los distintos Estados miembros, Excelentísimo Sr. Secretario General de esta Organización.
Agradecemos sinceramente la oportunidad y el privilegio de estar presentes en este foro para alzar la voz por millones de mujeres, madres, abuelas, y niñas, que no tienen la oportunidad de estar ante Ustedes.
Representamos una coalición de varias organizaciones y grupos que trabajan en diferentes países de América Latina en pro de la mujer en sus distintas etapas de vida, algunos aquí presentes, pero muchos otros que, aunque no pudieron estar aquí, se encuentran representados por nuestra presencia.
Las mujeres poseemos características invaluables y diferentes a las de los hombres, por ello es necesario que las discusiones y políticas que se deciden en estos foros se hagan desde una perspectiva integral de la mujer en la que se tomen en cuenta sus diferentes capacidades a fin de que toda mujer pueda alcanzar una vida plena y aporte a la sociedad desde la riqueza de su ser femenino. Con ello se podrá impactar de forma positiva el futuro de las generaciones por venir. Es innegable que el futuro de nuestras naciones depende en gran parte del desarrollo integral de la mujer en todas su etapas de vida, comenzando por su desarrollo desde el vientre-materno, su desarrollo pleno de niña a mujer adulta, así como sus etapas de madre y abuela.
El compromiso de esta Organización y de sus instituciones, en especial de la Comisión Interamericana de Mujeres, deben ir más allá de un enfoque reduccionista de la mujer, en el que simplemente se habla de su aspecto reproductivo como algo negativo que debe ser eliminado.
Los países del mundo, incluidos los de América, estamos en deuda con la mujer, especialmente con todas aquellas que son madres, y que en el proceso de dar vida han fallecido, dejando pequeños huérfanos y familias incompletas. Estamos en deuda porque la mayoría de estas muertes serían prevenibles con mayor información y educación a la mujer, así como con más recursos e infraestructura que se traduzcan en servicios de calidad y calidez para toda la población, especialmente la de los sectores más vulnerables. Para ello es indispensable, que junto con sociedad civil se conformen de redes de apoyo a la salud materna e infantil, que trabajen de la mano con los sistemas de salud y empoderen a las mujeres en su maternidad.
A este propósito, hacemos un llamado a los países miembros, para que la salud materna y reproductiva tenga como foco prioritario el abatimiento de la morbi-mortalidad materna y no el reparto indiscriminado de métodos anticonceptivos, muchas veces impuesto y forzado, sin el consentimiento de las mujeres, especialmente de las indígenas y de las que viven en mayores condiciones de pobreza, violando sus derechos a elegir libremente el número y espaciamiento de sus hijos.
Una prioridad para nosotras las mujeres es el acceso a la educación y a la salud, quizá incluso antes que la equidad de género (la cual por cierto ha venido a invisibilizar a la mujer, pues ya nadie habla de mujer sino de género). En aras de alcanzar la igualdad, primero necesitamos tener la oportunidad de acceso a la educación, ya que ésta es la verdadera forma de empoderar a la mujer. Una mujer educada tendrá mayores oportunidades de trabajo, una mejor salud, como muestran los países con menores índices de mortalidad materna, pues será consciente de lo que significa cuidar de su cuerpo. Una mujer educada no permitirá fácilmente una situación de violencia en la que se le trate como una cosa y no como una persona.
Sabemos que el valor de la mujer va mucho más allá de la maternidad, sin embargo esta vocación es asumida por la mayoría de las mujeres en el mundo, siendo también cada vez mayor el número de mujeres que libremente, por deseo o por necesidad se enfrentan al doble reto de aportar un ingreso considerable al sostenimiento de su hogar, así como a la crianza y educación de sus hijos. Sin embargo, pareciera que los gobiernos y los sistemas laborales fueran completamente ajenos a esta realidad, pues no vemos políticas, ni leyes que favorezcan a la mujer en este doble rol, que es fundamental en el desarrollo de las familias y de las sociedades y que si no se atiende, además de perjudicar a la mujer, perjudicará sin duda el desarrollo y composición del tejido social. Estamos hablando de políticas efectivas que sancionen a aquellas empresas que discriminen a la mujer embarazada, o de beneficios tributarios para quienes fomenten horarios y puestos que promuevan la conciliación del trabajo y del hogar, mayores días de “discapacidad” para madres y padres, pues en la medida en que se responsabiliza y se hace partícipe a los hombres de su paternidad, también se fortalece a la mujer, la familia y el desarrollo de nuestras naciones.
Hay suficiente evidencia científica que señala que los niños que crecen sin una madre son más propensos a vivir en pobreza, sin acceso a educación primaria y con un riesgo más alto de iniciar su vida laboral antes de su madurez,[1] así como estudios que indican que la rentabilidad de las empresas sube al involucrar a mujeres con una educación sólida y salud completa en todas sus esferas. Los índices de pobreza y delincuencia son menores en sociedades donde las mujeres tienen más oportunidades y son partícipes en la toma de decisiones.
Por todo ello, los Estados deben invertir en la educación de calidad de niñas y mujeres con la meta de reducir la pobreza de la familia, y aumentar los niveles de salud.
Por otra parte sabemos que un flagelo que persigue a las mujeres de nuestro continente es la constante espiral de violencia, destacando la violencia sexual, por ello les exhortamos a ser firmes en la aplicación de leyes y políticas contra la pornografía, abolición de la prostitución y combate a la trata de personas.
Otra dura realidad cada vez más común para nuestras mujeres es la necesidad de migrar a otro país para sobrevivir y sacar adelante a sus hijos. Los Estados no pueden permanecer indiferentes y deben hacer todo lo posible para que en su tránsito hacia su destino no se vean violentadas, por el crimen organizado o por sistemas de seguridad, en sus derechos más básicos. Sin embargo, el esfuerzo prioritario de nuestros países debe ser el compromiso por trabajar, para garantizar las condiciones de desarrollo y justicia necesarias, para que las mujeres y madres de familia, no se vean en la necesidad de abandonar sus países de origen, sus familias y sus hijos, muchas veces de forma permanente e indefinida. Nuestros países merecen familias unidas y no rotas.
Asociaciones integrantes de nuestra coalición han trabajado en proyectos con Pueblos Indígenas y han escuchado y visto su indignación por las constantes violaciones a sus derechos humanos. Los gobiernos y la sociedad en su conjunto deben garantizar a los Pueblos Indígenas y, a las mujeres y a las niñas en especial el acceso a los recursos naturales, a la propiedad legal de sus tierras, a su administración, a lo que produce y a sus utilidades. Sólo así podremos afirmar que se está avanzando y garantizando el desarrollo integral de América.
En conclusión, pedimos a los Estados que den un mayor seguimiento a las acciones que la Comisión Interamericana de Mujeres, lleva a cabo, a fin de asegurarse que éstas partan de una visión integral de la mujer. Que se enfoquen en lo que sí son prioridades para nosotras las mujeres de la región. Al igual, que los Estados cumplan y promuevan los compromisos adquiridos en otros instrumentos que brindan protección a la mujer como la CEDAW, la cual reconoce:
“… el gran aporte de la mujer al bienestar de la familia y al desarrollo de la sociedad, … la importancia social de la maternidad y la función de los padres en la familia y en la educación de los hijos, y … que el papel de la mujer en la procreación no debe ser causa de discriminación”.
Queremos la oportunidad de aportar a la sociedad pero desde nuestro ser femenino, el cual se complementa con el del varón.
Muchas gracias.
[1] M. KAMRUL ISLAM & ULF-G. GERDTHAM, WHO, THE COSTS OF MATERNAL-NEWBORN ILLNESS AND MORTALITY 13 (2006), disponible en http://whqlibdoc.who.int/publications/2006/9241594497_eng.pdf.
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