Por Marly Leonzo de Armas
Estas semanas, hemos visto el aumento de casos de secuestro de niñas, niños y mujeres disfrazados de desapariciones. Tanto en las redes como en los grupos de Whatasapp no han dejado de llegar las imágenes de alerta Alba Kenneth e Isabel Claudina que revelan una realidad subyacente.
Según publicó el medio de comunicación Relato, diariamente en nuestro país se reportan aproximadamente 5 secuestros de niños y mujeres, de los cuales solo entre 2 y 3 son resueltos por las autoridades. En estos primeros nueve días de octubre ya desaparecieron 38 niños.
Como madre de dos mujeres, de 15 y 18 años de edad, no puedo ignorar estas publicaciones en las que se pide ayuda. Inmediatamente pienso en el dolor de esas madres que se ahogan en el silencio que guardan las autoridades y la falta de efectividad en sus búsquedas.
Ningún ser humano debiera ser indolente a estos hechos ni a esta realidad. Es necesario reconocer que hay una sombra que acecha la vida de nuestros hijos. Por favor, evitemos caer en esos comentarios que responsabilizan a los padres de familia de no cuidarlos o de enviarlos solos a la calle. Ningún padre de familia espera que esto le pase a su hija, a su chiquita, a la futbolista de la familia. Deberíamos de sentirnos libres de salir sin importar el barrio o la zona en la que vivamos. Tampoco creamos que eso pasa en “otra” latitud, por dura que suene la realidad, mañana puede tocar nuestro círculo.
Ante este panorama, corresponde ser cuidadosas con los lugares que visitan nuestros hijos, tener rutinas que nos expongan menos, acercarnos a nuestros hijos para conocer con quiénes entablan conversaciones o qué tipo de círculo les rodea. También es imperativo hablar con ellos de lo que sucede, confiemos en su madurez para abordar esta problemática.
Es vital sumarnos en redes sociales y exigir públicamente al Estado que haga la parte que le corresponde, que canalice más recursos para equipar a las unidades que velan por estos delitos. Y finalmente, exijamos justicia. Tenemos derecho a vivir en una sociedad donde se respete el derecho a la vida, desde la concepción y durante toda la vida de un ser nacido en esta tierra. Es un derecho al que no renunciaremos.
No callemos, esas niñas y niños nos necesitan, muchas de esas familias quizás no conozcan el poder su microinfluencia, pero tú y yo sí. Sabemos que cuando compartimos una imagen de una fuente confiable podemos hacer que más personas levanten su voz digital y esa presión permita que alguien los identifique en una frontera o en el lugar donde los ocultan.
Estamos en un punto donde no corresponde tomar una bandera activista, ni feminazis ni feministas, aquí todas somos mujeres defendiendo la vida de otras mujeres que parece que están luchando solas, no hay organizaciones financiando marchas, ni organizando protestas, no hay Procuraduría de los Derechos Humanos que se pronuncie por esta causa, no hay conferencias de prensa para hablar de los capturados. Nos queda la solidaridad y humanidad de madres y mujeres comunes y corrientes dispuestas a levantar la voz por esas madres sin esperanza.
Mi primer grito es por Karen Elizabeth Barrera Turcios, seleccionada de futbol nacional de apenas 20 años de edad, quien inspiró a otras niñas a salir de su casa para jugar al fútbol, salió a la tienda de su vecindario el 30 de septiembre y no ha vuelto.
Ayúdenos a encontrar a
— FEDEFUT GUATE (@fedefut_oficial) October 12, 2020
KAREN ELIZABETH BARRERA TURCIOS
Cualquier información comunicarse al teléfono 1572
¡Gracias por difundir esta información! pic.twitter.com/SeDjno4dGe
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One Comment
Me solidarizó con este clamor y por el cuidado de nuestras hijas.