Cuando era niña, una de las mayores interrogantes que tenía era: ¿Cómo los adultos pueden tener dinero y no ir a gastarlo todo a la tienda? Pensaba: “Cuando sea grande, tendré un hermoso monedero y me iré a la tienda, lo voltearé en el mostrador y compraré todo, todo cuanto quiera y no me quedaré con deseo de ni un solo dulce”. ¿Saben qué paso con ese sueño? Nada, solo crecí.
Otro pensamiento que tenía de niña era: “Parece que a veces me avergüenza jugar con muñecas, es que me siento como que me llaman la atención otras cosas y no sé porqué me está dando vergüenza, pero por momentos cuando no pienso en nada, todavía lo disfruto, tengo 11 años. Quizás no debería seguir jugando muñecas, pero eso no es lo peor, lo peor es cómo le diré a mi hermano cuando ya no pueda jugar, porqué me convertiré en una hermosa señorita con tacones y sólo ya no podremos jugar juntos, ¿cómo lo irá a tomar?”.
Esto suena normal, sino fuera porque mi hermano era 3 años mayor y nunca se me ocurrió que el crecía antes que yo. El común denominador en ambos pensamientos, la ingenuidad hermosa en la niñez y cómo sutilmente ambos desaparecieron al crecer.
Es normal que el juego disminuya, las preocupaciones inicien, la vergüenza, los gustos, los conflictos emocionales e interpersonales, todo es parte de crecer, pero ver hacia atrás de mi propia infancia me ha ayudado a ver con mayor intención la niñez.
Por alguna extraña razón, se cree que los niños son un “grupo”, “un colectivo”, pero la niñez es más que eso, es la etapa por la que todo ser humano pasa, en algunos casos dura más en otras menos, en ciertas personas será triste , en otras hermosa, en otras un atropello total, pero todos pasamos por esta etapa y sería precioso que recordemos esto para poder ver la niñez de quienes ahora son niños.
Mi invitación en el mes donde celebramos a los niños es que, si desde el vientre hasta la edad en la que cada niño va disminuyendo su juego y madurando emocional y físicamente, los adultos alrededor nos intencionáramos en que la niñez fuera una etapa de protección, siembra, construcción y llena de amor; sin temor a equivocarme, tendríamos personas con menos infancia de la cual huir y sociedades más saludables.
Mi único consejo es que expresemos lo valiosos que son los niños y asegurémonos de que ellos lo sepan. Feliz mes del niño.
*Con intención, no hago diferencia de niño, niña, ellas, él, etcétera. No me convencen esas distinciones.
claudialujants@gmail.com
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