Por Andrea Rodil
En este tiempo, estamos más preocupados por la calidad de nuestra producción de alimentos, de manera que solamente compramos si tienen palabras como “orgánico” o “natural” en el empaque. Pero cuando se trata de sexualidad humana, nos tragamos cualquier químico posible para poder lidiar con la carga emocional y las consecuencias físicas de nuestros actos. Imaginemos a unos estudiantes universitarios (o de últimos años de colegio) que en una noche tienen 6 cervezas y varios cocktails, en el mejor de los casos, entre pecho y espalda para poder copular anónimamente. Pero necesitan más que “un trago”, también necesitan píldoras y condones y explicaciones para la mañana siguiente que les convenza de que esto fue “sólo por diversión” y “no significó nada”.
A lo mejor lo más absurdo de todo esto es que a esas sesiones cargadas de alcohol y mariguana, que incluyen capas de látex y dosis de esteroides en una pildorita, es a lo que llamamos SEGURO. Les decimos a los jóvenes que usen preservativo para protegerse de peligros como la hepatitis y el SIDA. El mensaje oculto que les damos es que es SEGURO tener intimidad con un extraño, posiblemente contagiado de alguna infección de transmisión sexual.
La intimidad sexual sin nombre, al azar, sin compromiso, jamás podrá ser segura. No es segura emocionalmente y no es segura espiritualmente, y definitivamente no es segura físicamente. En realidad, la intimidad sexual, en sí, no es segura. Tampoco debería ser físicamente arriesgado como nos lo han vendido en los últimos años gracias a la educación sobre “sexo seguro”. Lo que SÍ se supone que sea es un acto de gran profundidad y que te marca. Algo que te deja expuesto ante el otro, se supone que saque a relucir sentimientos misteriosos y desconocidos de deseo y entrega.
Llámenlo como quieran, pero no se le puede llamar “seguro”.
El sexo, en sí, no es seguro. Por otro lado, las relaciones comprometidas, fortalecidas por el compromiso del matrimonio, y reafirmadas día con día por los esposos, SON seguras, y solamente en ese ámbito es que la vulnerabilidad inherente a la intimidad sexual puede hacer esas relaciones seguras y confortables.
Es gracioso que en el mundo de las lastimosas relaciones de una noche (one night stand), cuando uno de los dos comete el “crimen” de ser un poco humano y desarrollar algunas muestras de afecto y cercanía, la otra persona le acusa de ser ‘raro’ o de ‘ir demasiado rápido’. Y cuando las murallas construidas por los hombres fracasan y una vida humana se forma, ambos pueden decir, con toda tranquilidad, que fue un “accidente”.
Esto es como plantar una semilla en la tierra y decir que fue un error que un árbol comenzara a formarse, simplemente porque se pensaba que la tierra no era fértil. Podrías haberlo pensado, y aun así, la semilla solo estaría haciendo exactamente lo que se supone que hagan las semillas, y quien la plantó, hizo exactamente lo que una persona que quiere sembrar un árbol haría. A lo mejor fuiste tonto, pero definitivamente no fue un accidente.
Luego, cortas el retoño y lo tiras al fuego, y continúas sembrando semillas. Cada vez lloras porque todos esos desgraciados árboles siguen retoñando, y cuando alguien viene y te dice que dejes de sembrar árboles hasta que estés listo para lidiar con el bosque, te quejas y le acusas de ser exagerado, cruel y sentencioso simplemente porque te señala las reglas básicas de la botánica.
Claro, esta metáfora no funciona por una razón: todos estamos de acuerdo en que no se deben cortar árboles. No sucede lo mismo cuando se trata de seres humanos.
¿Qué podemos esperar encontrarnos cuando nos pasamos los primeros 18 años de la vida de nuestros hijos martillando un mensaje tan miserable y patético? Hoy los jóvenes no escuchan nada positivo acerca de la intimidad sexual porque todos los aspectos positivos han sido redefinidos como negativos.
POSITIVO: La intimidad sexual crea nuevos seres humanos. Esto es un gran bien, pero no es un bien que se deba perseguir hasta estar casado y preparado para cuidar responsablemente de la vida que se forma.
POSITIVO: La intimidad sexual es una expresión de amor. Esta es la principal diferencia entre el sexo humano y el sexo animal. Es un gran bien, pero como cualquier bien, puede ser pervertido y convertido en un gran mal.
Estas son dos de las características más bellas de la intimidad sexual pero hemos decidido “educar” a nuestros hijos y recomendarles que las quiten para comenzar a “explorar” su sexualidad, una o dos décadas antes de que estén realmente preparados para comprender su magnífica dimensión. Así que, por los siguientes 10 o 15 años, ellos aprenderán a ver dos de las maravillas más grandes de la intimidad sexual como las peores cosas que les pueda pasar. No es sorprendente que esta actitud luego se quede con ellos permanentemente.
La abstinencia antes del matrimonio, en cambio, pinta un panorama más prometedor y afirmativo. Les dice que “esto es algo tan bueno y tan importante que vale la pena dejarlo para cuando seas mayor y hayas encontrado una persona especial con quien compartirlo”.
El modelo de “sexo seguro”, por otro lado, pinta una historia de paranoia y esterilidad. Les dice “esto es algo tan frívolo y tan vacío de contenido que lo puedes hacer con cualquiera, por cualquier razón, incluso para aliviar el aburrimiento. Por cierto, tómalo como una actividad recreacional, como jugar futbol o algún juego de mesa. También te puede traer un corazón roto, clamydia, embarazos no deseados y SIDA. Así que, en este sentido, es solo un poco diferente a un juego de salón.”
Y, de algún modo, esta versión se quiere colar como la “positiva” y “esperanzadora”. El único consuelo que ofrece es que el sexo puede ser divertido, pero en lugar de enseñar responsabilidad y el valor de la espera, ha guiado el comportamiento de los jóvenes a preocuparse únicamente de no contagiarse de alguna enfermedad o evitar embarazos.
La educación en la abstinencia antes del matrimonio ofrece un mayor consuelo, muestra el lado divertido del sexo, pero también enseña que va acompañado de verdadero amor y poder creativo. La abstinencia antes del matrimonio tiene mejores formas de lidiar con las cosas malas, te enseña que existe la gonorrea y el herpes y los embarazos no deseados, pero te asegura que no tendrás que vivir preocupado por estas cosas si simplemente esperas al momento correcto.
El “sexo seguro” ofrece gozo vacío y profundos miedos, la abstinencia ofrece profundos gozos y miedos evitables. Simplemente ésta es la mejor manera, es el mejor mensaje.
Ahora, sé que muchos dirán que tengo que ser más realista. Los chicos igual van a tener relaciones sexuales, así que ¿no sería mejor que estén preparados? Esta pregunta la voy a responder con otras preguntas:
No queremos que nuestros hijos tomen y manejen. Si aun así lo hicieran, obviamente esperaríamos que al menos se pongan su cinturón de seguridad. Pero me imagino que no le dirías: “hijo, sé que vas a tomar y luego vas a manejar. No deberías, pero bueno, todo el mundo lo hace, así que por favor usa cinturón de seguridad”.
¿Por qué no?
Porque esto claramente desarma tu mensaje de SI BEBES NO MANEJES, lleva a la tácita aprobación de la conducta y asume lo peor de tu hijo ANTES de que siquiera le hayamos dado la oportunidad de hacer su propia elección. Además, ¿cuál es nuestro trabajo como padres? ¿Será que es dar a nuestros hijos metas bajas, fáciles de cumplir y desafíos mediocres? ¿O apuntarles hacia metas altas, lo que es bueno y correcto y ofrecerles herramientas para poderlas alcanzar?
Además, ¿hace cuánto tiempo los padres han estado usando la lógica del “Bueno, igual van a tener sexo, mejor que estén preparados”? ¿Décadas, tal vez? Y la intimidad sexual entre personas que no están casadas durante este tiempo se ha convertido, en general, en algo ¿más o menos frecuente? Mucho más frecuente, ¿cierto? Así que, talvez, tenemos ante nuestros ojos un caso que nos da la respuesta que estamos buscando.
Pensemos bien, en cualquier otra situación ¿no elegimos siempre para nuestros hijos lo mejor? ¿O acaso nos conformamos con lo “segundo” mejor? ¿Alguna vez le sugieres a tus hijos que busquen tener un 70% en sus notas? ¿Alguna vez le recomiendas que solamente se involucre “razonablemente” en situaciones de bullying y chisme? ¿O le aconsejas a tu hijo que si hará actos vandálicos, se asegure que solamente sea en propiedades abandonadas? ¿Le dices a tu hija que está bien mentir, pero solo una vez por semana? ¿O aceptas que tu hijo falsifique tu firma en la libreta de calificaciones, siempre y cuando se asegure que es súper idéntica?
¿Por qué no? Después de todo, son muy altas las probabilidades de que nuestros hijos alguna vez sacarán notas mediocres, alguna vez verán involucrados en chismes o participaran en algún acto de bullying, y con seguridad alguna vez cometerán actos de juvenil estupidez.
Con esta lógica, nuestro trabajo no sería decirles que no hagan ciertas cosas, sino en su lugar, deberíamos ayudarlos a hacer las cosas que no deben, pero de forma que se minimicen los riesgos y las consecuencias, ¿cierto?
No.
¿Y entonces por qué empleamos esta táctica cuando se trata de intimidad sexual? Algo en que pensar, al menos.
Mientras tanto, yo intentaré enseñarles a mis hijos a elegir hacer el bien y evitar el mal, aún en las áreas en las que muchos han fallado, e incluso en las áreas en las que yo misma he fallado. En realidad, ESPECIALMENTE en las áreas en las que yo he fallado, considerando que he tenido bastante éxito en fallar en una vasta selección de categorías.
No les enseñaré a mis hijos sobre el sexo seguro, prefiero ser honesta con ellos.
*El artículo es una adaptación del Blog de Matt Walsh
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