SecretAPP es como un arma lista para disparar a los amigos, conocidos y hasta a uno mismo en medio de un escenario que incita a hacerlo: “Habla, di lo que quieras, dispara o dispárate a ti mismo. ¡Nadie sabrá que lo hiciste! Pero todos estaremos viendo…
De acuerdo. No es solo Secret APP el problema… ¡el problema somos todos! Quienes tenemos acceso al Internet y bajamos aplicaciones en nuestros teléfonos “inteligentes”, los cuales parece que nos quisieran descerebrar cada día más.
Somos nosotros los que podemos romper la indiferencia de nuestras “burbujas digitales” y trabajar por una cultura de respeto, paz y bien al otro. Esta es la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos. Si nos quedamos en silencio, seremos cómplices de la promoción en línea, cada vez peor, de herramientas diseñadas para actuar sin ninguna responsabilidad.
Observemos en este “secret scenario” en el que los más bajos instintos de quienes probablemente han tenido un mayor grado de “educación” son alentados al descontrol de su lengua y dimensionamos el impacto del acertado comentario de una madre:
– “Muchá miren ¡bajen este APP! Pueden decir lo que quieran, chismear, acusar y hasta difamar a quienes conocen o tienen de contactos en las redes ¡Sin ninguna consecuencia!
– ¡En serio! – contesta un curioso
– ¡Qué mal! – dice otro
– ¡Está horrible! ¡Los chavos se pelaron! Dicen barbaridades… Pobre fulanita!” –Termina diciendo la última…
La mamá, que escucha la conversación se detiene y casi exclama:
– “¿Te metiste?”
– “¡No! Para qué con lo que me llegó en Facebook tuve…” dice una inmediatamente.
– “Yo me voy a meter solo para ver qué dicen” – comenta uno más curioso.
La mamá expone:
– “Para qué te vas a rebajar a leer eso… es hacerle el juego a ese APP que está torcido”.
El joven asiente y expresa: “¡Tenés razón!”
Esta conversación entre un grupo de jóvenes aparentemente maduros, recibe un comentario oportuno que les hace reflexionar… Este es el principal trabajo de quienes buscamos cambiar para mejorar: No podemos hacer silencio ¡O seremos cómplices!
SecretAPP es como un arma lista para disparar a los amigos, conocidos y hasta a uno mismo en medio de un escenario que incita a hacerlo: “Habla, di lo que quieras, dispara o dispárate a ti mismo ¡nadie sabrá que lo hiciste! Pero todos estaremos viendo… Un show macabro inspirando al descontrol de nuestros instintos y a lo peor de todo a ¡la falta de responsabilidad! Y sin pensarlo, en el mejor de los casos, causamos daño al otro, con permiso, sin ley ni justicia que apliquen… ¡Virgo, sólo se publicó en el ciberespacio!
Los padres angustiados que se opusieron a esto tienen razón. Nadie quiere que su hijo esté expuesto al bullying cibernético sin ninguna protección. ¿Permitiríamos que un menor use un arma sin registro y dispare cuando quiera? ¿O que un hijo menor quede indefenso en medio de un tiroteo? ¡Por supuesto que no!
La gran mayoría de los padres amamos a nuestros hijos y somos conscientes del deber que implica educarlos y protegerlos mientras aprenden a desarrollar las distintas destrezas y criterios que les servirán para discernir en el futuro quienes desean. Nadie que escupe fuego queda sin quemarse. Aquí todos pierden, pero sobre todo perdemos nosotros que dejamos que otros peores lucren con la muerte de nuestros valores.
Está claro: lo que no detengamos o normemos hoy para enseñar a nuestros hijos a ser responsables, será en el futuro el instrumento perfecto para que ellos crean que pueden vivir, herir y hasta matar sin ninguna responsabilidad o consecuencia.
Al leer el objetivo de quienes maquinaron esta aplicación, visualizan esta herramienta como una opción para “expresar el verdadero yo”; una pobre excusa para aquellos que han fabricado una imagen con nombre y apellido en la web que no es fiel a su actuar y pensar, a quienes realmente son. Avala la miseria de ser hipócrita y carecer de carácter.
Promover el anonimato es promover la cobardía y eso es lo que está mal de raíz, y es lo que hay que conversar y discutir con nuestros hijos. El punto aquí es que reflexionemos, enseñemos a dar la cara por lo que hacemos y decimos. Vivamos con responsabilidad y eduquemos con responsabilidad nuestras actitudes y palabras. Esto exige trabajo, atención, tiempo y compromiso.
Si la Ley de Emisión del Pensamiento, por ejemplo, se hizo para proteger a todos de lo que se publica, debemos hacer que se aplique y actualice en todo lo que publiquemos.
Al final, nuestra sociedad será como sean nuestras familias; pero si no trabajamos por una mejor sociedad en la que se viva el respeto a la ley, tarde o temprano perderemos en ella a nuestros propios hijos.
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