COLUMNA :::A CONTRACORRIENTE:::
¿Tú que vas a hacer con tu poder?
Por María Reneé Estrada
Somos parte de la naturaleza, del extenso grupo de seres vivos, pero no somos iguales, claramente hay rasgos en el ser humano que lo clasifican de una manera especial – apartándolo de los animales y las plantas. “Nacer, crecer, reproducirse y morir” siempre ha sido la breve descripción, muy atinada en ciertos aspectos, acerca de los seres vivos. Aunque definitivamente son características que podemos hacer nuestras, no podemos reducir nuestro camino por la vida a estas cuatro palabras y acciones. El ser humano es mucho más, nuestras vidas abarcan una infinidad de cosas que no cabrían en una columna de opinión, y probablemente tampoco en la grandeza del Universo.
Somos parte de la naturaleza, del extenso grupo de seres vivos, pero no somos iguales, claramente hay rasgos en el ser humano que lo clasifican de una manera especial – apartándolo de los animales y las plantas. “Nacer, crecer, reproducirse y morir” siempre ha sido la breve descripción, muy atinada en ciertos aspectos, acerca de los seres vivos. Aunque definitivamente son características que podemos hacer nuestras, no podemos reducir nuestro camino por la vida a estas cuatro palabras y acciones. El ser humano es mucho más, nuestras vidas abarcan una infinidad de cosas que no cabrían en una columna de opinión, y probablemente tampoco en la grandeza del Universo.
¿Qué nos diferencia de los animales y las plantas? Concretamente hablando podríamos decir que razonamiento y voluntad. Somos seres dotados de inteligencia, capaces de tomar decisiones sobre las acciones que realizamos. Estos dos factores son, en muchos aspectos, tangibles y medibles. Pero la historia también nos ha demostrado que el ser humano es mucho más que eso.
Hay quienes creen en alma, hay quienes creen en energía, hay quienes creen en “algo”. Sea lo que sea que habita dentro de nosotros, nos diferencia del resto de la naturaleza. Sentimos un llamado a la trascendencia, a algo más grande, a un ideal que no sabemos cómo describir. Estamos conscientes que tenemos un poder especial, digno únicamente del ser humano, que nos permite hacer cosas excepcionales y maravillosas.
Encauzar este poder, es una virtud que debemos trabajar. Al inicio de nuestras vidas fueron nuestros padres los encargados de educarnos y formarnos para la excelencia humana. Nadie viene con un manual de instrucciones al nacer, así que el éxito o fracaso de este intento no pesa tanto como las decisiones propias, maduras, que podemos tomar nosotros para hacer de nuestra vida lo que debe ser. Nuestra formación y educación en la infancia pesan, y bastante, pero llega un momento en la vida en el que debemos hacernos responsables de nuestro presente y nuestro futuro.
Un nuevo año está comenzando, con esto vienen nuevas responsabilidades, proyectos, aventuras y trayectos que nos tocará caminar. Lo que está atrás, quedó atrás. Si fue bueno, hay que sacarle provecho, y utilizarlo como motivación para seguir adelante – si fue malo, hay que hacer lo mismo.
Todos poseemos ese “poder” que nos hace diferentes y especiales como seres humanos, pero cada uno de nosotros razona y decide la manera en que le sacará provecho. Lo que es un hecho es que no podemos ignorar que estamos llamados a la grandeza, a la trascendencia, a algo más. Esto es algo que todos los seres humanos sienten en algún momento de su vida, y está en cada uno de nosotros alimentarlo o ignorarlo.
No hay mayor grandeza en el corazón del hombre que buscar la excelencia, ¿tú que vas a hacer con tu poder?
Hay quienes creen en alma, hay quienes creen en energía, hay quienes creen en “algo”. Sea lo que sea que habita dentro de nosotros, nos diferencia del resto de la naturaleza. Sentimos un llamado a la trascendencia, a algo más grande, a un ideal que no sabemos cómo describir. Estamos conscientes que tenemos un poder especial, digno únicamente del ser humano, que nos permite hacer cosas excepcionales y maravillosas.
Encauzar este poder, es una virtud que debemos trabajar. Al inicio de nuestras vidas fueron nuestros padres los encargados de educarnos y formarnos para la excelencia humana. Nadie viene con un manual de instrucciones al nacer, así que el éxito o fracaso de este intento no pesa tanto como las decisiones propias, maduras, que podemos tomar nosotros para hacer de nuestra vida lo que debe ser. Nuestra formación y educación en la infancia pesan, y bastante, pero llega un momento en la vida en el que debemos hacernos responsables de nuestro presente y nuestro futuro.
Un nuevo año está comenzando, con esto vienen nuevas responsabilidades, proyectos, aventuras y trayectos que nos tocará caminar. Lo que está atrás, quedó atrás. Si fue bueno, hay que sacarle provecho, y utilizarlo como motivación para seguir adelante – si fue malo, hay que hacer lo mismo.
Todos poseemos ese “poder” que nos hace diferentes y especiales como seres humanos, pero cada uno de nosotros razona y decide la manera en que le sacará provecho. Lo que es un hecho es que no podemos ignorar que estamos llamados a la grandeza, a la trascendencia, a algo más. Esto es algo que todos los seres humanos sienten en algún momento de su vida, y está en cada uno de nosotros alimentarlo o ignorarlo.
No hay mayor grandeza en el corazón del hombre que buscar la excelencia, ¿tú que vas a hacer con tu poder?
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