Durante el pasado enero, la delegada de Virginia Kathy Tran, propuso abortar hasta minutos antes del nacimiento. Paradójica y simultáneamente, presentó un proyecto de ley para proteger la vida de las orugas. Mientras tanto, las autoridades de Nueva York – el estado más abortista del mundo – amenazaron con cerrar la agencia de adopción New Hope Family Services, por dar prioridad a la colocación de los niños en hogares con una madre y un padre casados.
Las estadísticas dicen que desde el 2016, hasta 15 países de Europa tienen más muertes que nacimientos. Europa se desangra, o más bien se queda sin sangre que derramar. Asimismo, la Corte Europea de Derechos Humanos desconoció este año el derecho de los padres de educar a sus hijos sin interferencia desproporcionada del Estado. Por otro lado, si atravesamos el Atlántico y aterrizamos en Guatemala, nos toparemos con que disminuyeron los matrimonios y aumentaron los divorcios (RENAP, 2018)
Sin afán de contribuir al desánimo, esta es nuestra realidad. Estamos siendo afectados por la llamada cultura de la muerte, una mentalidad en la que la vida de los más débiles depende de la opinión de los que tienen poder sobre ellos. Ante esta destrucción de la vida humana y por ende, de la familia como pilar de la sociedad, me cuestiono lo siguiente: si los responsables del mundo son adultos y el mundo está como está ¿no será que debemos prestar más atención a los jóvenes? ¿Qué papel tiene la juventud en la causa pro vida?
Según el autor Sean Covey (2009), la vida de un hombre depende en buena medida de 2 ó 3 “sí” o de 2” ó 3 “no” pronunciados entre los 16 y 20 años, dato que muestra la importancia que tiene la juventud para alcanzar la plenitud personal. Esta capacidad de ser conductor del propio destino también se extiende a la comunidad. Los jóvenes son soñadores, hacen ruido, manifiestan contra la corrupción, participan en voluntariados… cambian el mundo. ¿Y si encauzáramos esa energía y entusiasmo hacia una causa cuyo fin sea garantizar el respeto a la dignidad humana en cada ámbito de interés público?
Es por esto que los jóvenes están llamados especialmente a ser parte de la causa pro vida y pro familia. No es cuestión de religión, de política o de ideología… sino de ciencia y biología. Defender la familia no es debatible porque históricamente es donde la persona se integra natural y armónicamente. Defender la vida no se debería cuestionar por la sencilla razón que los que habitan en la tierra viven. Estar a favor de la vida es aceptar que cada ser humano un valor incalculable. Es respetarlo en todas las etapas de su desarrollo y apoyarlo para ser un buen ciudadano.
Ser un joven pro vida no es sólo un adjetivo que se manifieste con palabras sentimentales y utópicas. Ser pro vida implica sobre todo actuar. Desde saludar con cortesía a alguien por la calle y ser solidario con los más pobres, hasta levantar la voz ante leyes que atenten contra la dignidad. Permanecer al margen no es una solución. La indiferencia es abortiva y el silencio da lugar a que se legalicen rápidamente ideologías, lo que significa violentar la libertad de pensamiento.
Es un hecho que las diferencias son naturales, necesarias y que en ningún caso deben ser motivo de discriminación. Sin embargo, para tener una sociedad más libre, justa y tolerante, es necesario que la juventud haga vida la siguiente frase: “libertad de creencias, nunca debe ser interpretada como libertad para destruir a otros”.
Así que joven que me estás leyendo, anímate y súbete a este barco. El mismo barco que está ganando adeptos en USA y en otras partes del mundo. Resistamos la presión de las ideologías que buscan socavar la vida y la familia, lo más valioso que tenemos.
Recordemos que la presión transforma el carbón en diamante.
Isabela Hernández es activista de la causa ProVida y colaboradora en asociaciones como Una Mente Abierta a la Vida (UMAVID) y el Instituto Internacional Juntos Por La Vida (JUVID).
Es Licenciada en Psicopedagogía Clínica por la Universidad del Istmo (UNIS), tiene un diplomado en Defensa de la Vida y la Familia y fue representante de la delegación de Guatemala en la Organización de los Estados Americanos (OEA) en junio de 2018. Es columnista de Blog AFI.
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