Extracto tomado con autorización, del muro de un usuario de facebook suscrito a nuestra página y modificado por nuestra editora.
Viajar por el mundo te convierte en alguien culto y es gratificante. Tener logros profesionales es admirable y te dará una riquísima independencia, pero aún así nada te cambiará y edificará de una manera permanente como lo hace un hijo.
Estoy aquí para pedirte que te olvides de esa historia de que los hijos cuestan, porque aunque lo midas con dinero retirado de tu cuenta bancaria, nunca ¡jamás! serás más rico que con un hijo sentado en las piernas.
Puede que pases de comprar en Calvin Klein a la Mega Paca, pero al fin y al cabo nunca llevarás mejor accesorio que los brazos de tus hijos alrededor del cuello. Y que los tenis que cambiabas cada año, después te duren unos 5, porque no habrá un par de zapatos más cómodo y valioso que el que te ayudó a correr detrás de tu hijo cuando aprendió a usar la bicicleta. Los hijos te hacen una persona con un consumo más consciente y al final del día tendrás otras prioridades más gratificantes, y sólo el mismo y único par de pies.
Trabajarás con más ganas y dedicación, porque tendrás al final del día unos bracitos abiertos esperándote en casa de aquel pequeño que dependiente de ti, y eso te dará el empujón y compromiso profesional que siempre deseaste. Los hijos nos hacen superar todos los límites.
Comenzarás a tener una preocupación mas sincera por la huella y el mundo que dejarás. Te preocuparás por como hablas de los demás, como te comprometes con la necesidades de otros, hasta por separar la basura, hacer mas trabajo comunitario y los productos que utilizas. Eres el ejemplo de esos pequeños ojitos que te mirarán inundados de admiración, y nunca serás tan fiel a tus propósitos como ahora.
Seguro cambiará tu alimentación, aunque a veces se te olvide almorzar y al fin entiendas que eso no es sinónimo de dieta, cambiarás los Doritos y la Coca-Cola por bananos y agua pura. Comenzarás a cuidar más tu salud, comerás las verduras que quedaron en su plato, plantarás en tu jardín para tener alimentos frescos, y tu piel será mas radiante, tu sonrisa será mas grande y seguro la vida será mas larga, aunque no te aseguro que todo esté relacionado con la comida.
Creerás más que nunca en Dios y aprenderás a rezar con mente y corazón. En la primera enfermedad de tu hijo, te arrodillarás casi como instinto y pedirás a Dios que cuide de él. Y así, tu hijo, sin saberlo, te educará en la fe, en la gratitud. Y tu, sin saberlo, habrás sembrado las primeras semillas para su relación con Dios.
Es cierto, tu hijo sacará a flote tus peores defectos cuando se tire en el piso del supermercado porque quiere unas galletas –y deja de torcer los ojos, si no te ha pasado, te pasará-. Tu también tendrás ganas de gritar, patalear, o salir corriendo, pero más importante, te darás cuenta del amor que le tienes y con ese amor lo educarás. Aprenderás a respirar profundo, agacharte, extenderle la mano a tu hijo y comunicarte, habilidades que jamás habrías aprendido de otra forma.
Un hijo te hará una persona más prudente, Nunca más vas a volver a salir sin cinturón, manejar de forma arriesgada, o beber y conducir. Un hijo te hará cuidar tu seguridad más que nunca, querer mas que nunca estar vivo, estar presente y valorar cada uno de los instantes a su lado…
Si aun así no crees que estos motivos valen la pena, anímate al menos para sentir el olor de sus cabellos siempre perfumados, para tener el placer de sentir besos apretados, para escuchar con esa vocecilla chillona que te cambien el nombre y te digan mamá o papá.
Ten hijos para recibir esa sonrisa y un abrazo colgado cuando llegues a casa, y sentir lo que es volverte en la persona más importante del mundo entero para ese pequeño ser. Para recibir los besos con el aliento que ningún Listerine ofrece. Para ver en ellos la herencia de la sonrisa y el caminar de la persona a la que amas. Ten hijos para re-aprender la delicia de un baño con espuma, de un chorro de agua en el calor, de correr con el perro, de comer con las manos.
Ten hijos porque el mundo necesita de mejores personas, y no hay mejores personas que las que se entregan por los demás.
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