Para empezar, creo que nadie sabe el valor que cada uno le da a la vida. Hay quienes compiten en carreras de carros, otros se lanzan en paracaídas confiando que éste se abrirá, también hay quien se presta para actividades ilícitas creyendo que no será descubierto. Cada uno expone o cuida de su vida según el valor que le da.
Dicho esto, los recientes acontecimientos a nivel mundial han venido a hacernos la pregunta: ¿qué valor le damos a la vida? Tomando en cuenta que todos somos humanos, que cada vida humana vale lo mismo y, por lo tanto, vale la pena salvarla. Nos ha sorprendido un virus que no distingue edad, sexo, color de piel, nacionalidad, nivel académico o económico. Además, ha perturbado las rutinas, hábitos y costumbres de toda la raza humana. Ha desafiado la disciplina, el conocimiento, el autocontrol, la administración de los recursos de cada país y, en gran medida, la valoración de la vida.
En definitiva, es un desafío, puesto que el término “valoración” no está aplicado en la misma medida a todas las cosas. Algunos le dan más valor al placer, al miedo, al qué dirán o simplemente, a lo que supone un interés económico. Sumergidos en una sociedad con tanta pobreza, este factor supone muchos beneficios y privilegios.
Pero, en medio de una pandemia, cada país ha manejado la situación según sus posibilidades e intereses, dado que vemos servicios públicos de salud que han colapsado, servicios privados redoblando esfuerzos, familias luchando por convivir todos en casa, niños recibiendo clases en línea, padres trabajando, otros desempleados, atendiendo la casa, apoyando el aprendizaje en casa, cuidando la salud de los seres queridos que tienen una condición de riesgo, renunciando a paseos y actividades que suponen riesgo, sin mencionar la pérdida de personas cercanas.
Claramente, ha sido un reto para todos. Sin embargo, también descubrimos personas asistiendo a eventos masivos, lugares públicos, viajes, cines, actividades extracurriculares o recreativas sin cumplir ninguna medida de bioseguridad, lo que pone en riesgo la propia vida y la de los seres queridos. Dadas las situaciones que la pandemia nos ha hecho experimentar, queda muy apropiado decir que quizá, también nuestra vida tiene valor en tanto que le damos valor a la vida del prójimo. Pues, el que una familia se exponga peligrosamente a ser contagiada es sinónimo de exponer a sus seres queridos, amistades y demás personas que, por motivos de trabajo o necesidad, conviven con ellos.
Como resultado, hemos experimentado dolor, sufrimiento, temor, apoyo, en algunos casos desprecio o señalamiento: ¡salieron positivos! No queda más, que hacerle frente, pues no siempre se puede tener una vida cómoda, no siempre serás capaz de resolver todos los problemas, hacer lo que te venga en gana, y no subestimar tu vida.
En conclusión, la pandemia ha mostrado lo mejor de algunos y lo no tan bueno de otros. Pero claramente evidencia, el valor de la vida humana en todo sentido, así como la valoración de la vida que cada uno tenemos. en razón del prójimo. Y tú, ¿qué valor le das a tu vida y a la vida de tus seres queridos?
Lidia Figueroa es esposa, madre y tía. Tiene una Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, por la Universidad Rafael Landivar.
Además es maestra de Educación Primaria, exalumna salesiana; desde entonces aprendió mucho sobre valores, uno de ellos la familia. Actualmente labora como docente y es columnista de Blog AFI.
Las opiniones expresadas en este blog son propiedad del autor.
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