Por Oscar Pineda
Al igual que muchos a los que he podido leer durante estos días, confirmo que la solución está en la familia. Una familia en donde el referente sean los padres y que la guía y ejemplo de actitudes que los hijos adquieran sea a través de una sana convivencia familiar.
En una familia donde existe protagonismo positivo por parte de los padres, este se refleja en normas morales y de conducta en los hijos, ya que un padre o una madre “presente” son aquellos que guardan y cuidan sigilosamente lo que a los hijos les pueda causar daño desde todo punto de vista. Desde cuidarlos de un resfriado cuando les recomendamos ponerse un suéter, hasta conocer sus amigos, sus gustos y aficiones.
Ahora más que nunca no debemos olvidar lo importante que son todas aquellas palabras y acciones que hacen los padres de familia para demostrar su genuino interés por los hijos: “que tienes, te pasa algo” “cómo te fue hoy en el colegio o en la universidad” y es que los horarios, el tráfico y la presión de las jornadas laborales nos limitan conversaciones o tener ese ojo clínico que nos ayudan a ser asertivos con nuestros hijos, y es allí donde tenemos que sacar la energía necesaria para darle acompañamiento necesario, ya que estamos formando ciudadanos que cambiarán la sociedad.
La invitación es a no perder el rumbo y rechazar todo acto de violencia por mínimo que sea ya que cada día existe más indiferencia ante la delincuencia y violencia que vivimos día a día, al punto que mueren trágicamente las personas cerca de nosotros por el índice alto de violencia y a los pocos días nos olvidamos de la tragedia como si se tratase de una película de fin de semana.
No pensemos que país les tocará a nuestros hijos, pensemos en qué hijos le daremos a este gran país y empecemos a trabajar desde el hogar para promover la paz desde nuestras familias.
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