De la lucha contra la corrupción al aborto: ¿Qué distancia hay?

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Por Julio Abdel Aziz Valdez

¿Acaso no hay discurso más aglutinante y convocador que la lucha contra la corrupción del Estado? ¡Claro! Fácilmente nos sentimos convocados cuando las redes nos muestran la crudeza de las consecuencias de la corrupción en la ineficiente (no poca) inversión en salud pública, educación y, vaya, la lucha contra la desnutrición infantil.

Sin embargo, en las actuales protestas surgidas de las críticas (válidas) a la opacidad con que fue planteado el proyecto de ley para el Presupuesto General de la Nación para el 2021, parece que hay algo que se está convirtiendo en una tendencia cada vez más evidente y reveladora: la incapacidad de los grupos políticos de izquierda o paradójicamente progresistas, como se autodefinen, de no aceptar su que no pueden convencer al electorado con sus propuestas. Siguen estando en la marginalidad y precisamente desde ahí, asumen que la lucha violenta o dicho eufemísticamente, la «resistencia», es la forma de impulsar su idea de reformas.

Prontamente, los que oyen la convocatoria y la respaldan con su presencia ven aparecer, junto con sus pancartas de colores y creativos, temas tan abstractos, etnocéntricos y antidemocráticos como el de reescribir la Constitución por una plurinacional, tema manejado por el fanatismo etnicista, y, vaya, no podía faltar el feminismo supremacista y sus demandas.

Han aparecido los pañuelos verdes y morados entre la multitud. Pañuelos que solo se asomaban para la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ahora están en manos de jóvenes con palos en la mano, asumiendo que su lucha no es contra la corrupción sino a favor de reescribir el pacto social que nos aglutina a todos los ciudadanos.

Políticos mediocres y faltos de vergüenza hacen eco de ese globo que inflaron y declaran ante la prensa internacional que esos disturbios, por ellos intrigados, son suficientes para echar a la borda un proceso eleccionario reciente y reescribir la constitución con contenido étnico y feminista. Vaya paradoja.

No era de extrañar las reacciones de las células dormidas del progresismo local cuando veían los noticieros que mostraban las calles de Santiago de Chile en llamas. Muchos de ellos comenzaron a suspirar porque algún día eso sucediese en Guatemala y pasó, la oportunidad se dio. Contradictoriamente, esos muchachos que son señalados de infiltrados por la masa gris de la sedición son parte de la utilería que sirve para imponer proyectos durmientes como son los cambios constitucionales para la legalización del aborto.

Encima, en un zendo manifiesto de un medio feminista, se respalda al Procurador de Derechos Humanos por los supuestos ataques que está recibiendo en este momento. Hay que recordar que este personaje nunca se ha pronunciado en defensa del derecho humano a la vida desde la concepción o condenado el aborto. Esto pone en perspectiva a los personajes clave de la amenaza contra la vida en Guatemala.

Si el tema de la corrupción nos convoca a todos y nos golpea en pleno rostro cuando los gobernantes recurrentemente hacen del Estado su mina de oro personal, igual debería convocarnos a todos los que estamos a favor de la democracia y de la vida a rechazar esas aspiraciones nefastas que se están produciendo desde la oscuridad de abortistas que quieren asaltar el poder aprovechándose del descrédito del gobernante.

No podemos permitir que los pañuelos verdes se intenten diluir entre las manifestaciones. Este fanatismo comienza a corroer a decenas de jóvenes que buscan en ese feminismo sedicioso una vía de escape a sus propias frustraciones. Ahora, resulta que la corrupción les atañe cuando esta misma les es conveniente cuando intentan imponer su agenda desde la misma Procuraduría de Derechos Humanos.


Foto de portada: Alexis Batres / Soy 502.

One Comment

  1. Mario Estuardo Medina Barrios-
    7 diciembre, 2020 at 6:25 pm

    Pero y ¿la ola celeste por qué no se convoca, por qué no se hace una manifestación a favor de la vida?