Día Internacional de las Personas con Discapacidad

¿Por qué nos asusta lo que no conocemos? ¿Por qué nos sentimos incómodos, al no saber cómo reaccionar ante algo que no esperamos? ¿Por qué nos intimida tanta fortaleza recubierta de aparente fragilidad?

Por Claudia Luján

Hace más de 15 años leí un informe en Guatemala con relación a la niñez, indicaba que en un departamento del interior del país vivía un joven con síndrome de Down. La población lo había obligado de alguna manera a vivir en un cementerio, ya que creían que tenía un “demonio” o algo parecido, y cuando él deseaba salir, le lanzaban piedras (nunca supe si fue cierto).
5 años después, ya no me pareció tan ajena la historia que había leído. Fui a San Marcos, a unos 360 kilómetros de la ciudad capital. Al llegar con una hermosa familia, me presentaron a la señora de la casa, la saludé y para entablar conversación le pregunté cuántos hijos tenía, ella me dijo un número que no recuerdo, porque lo siguiente bloqueó mi memoria. Haciendo una pausa la madre me dijo… Ah! Y también un enfermito…

Le dije que quería conocerlo, me llevó a la habitación y estando allí aquel joven, rodeado de almohadas, y sin voluntad propia para moverse, pero con la suficiente para vivir, intercambiamos miradas por un tiempo y algunas palabras, bueno, un breve monólogo de mi parte.

Como a los 2 años de ese evento, fui a un grupo de jóvenes en condición de discapacidad (es el término oficial, aunque no termina de gustarme), hice varios amigos a lo largo de los años que se hicieron amigos de mi novio y futuro esposo.

Al pasar de los años, algo en este tema me da vueltas y en ocasiones llena mis ojos de lágrimas y presiono mis dientes con algo de enojo. Considero que en nuestro país hay tantas personas cálidas y hermosas, que la población con discapacidad no tiene la oportunidad de conocer.

¿Por qué nos asusta lo que no conocemos? ¿Por qué nos sentimos incómodos, al no saber cómo reaccionar ante algo que no esperamos? ¿Por qué nos intimida tanta fortaleza recubierta de aparente fragilidad?

Hace dos años más o menos, encontré las palabras precisas que describen lo que me hacen sentir esa serie de eventos, y es una cordial invitación a leerla en voz alta y guardarla en un buen papel, por aquello de la traicionera memoria. “La discapacidad del individuo no reside en el. Si no en la poca capacidad del Estado para lograr la inclusión y procurar el desarrollo integral[1]”.

El Estado somos la comunidad social, ellos, aquellos, nosotros. Celebremos informándonos sobre discapacidad, siendo inclusivos y dignificando a quienes están en esta condición.

[1]Situación de la niñez guatemalteca. Oficina de los derechos humanos del arzobispado de Guatemala-ODHAG-. 2012-2013

Comments are closed.