El coronavirus: una tragedia que nos muestra una gran oportunidad

¿Que si todos tenemos responsabilidad para detener esta pandemia? La respuesta es sí.


Debemos renunciar por un momento a nuestras libertades de movimiento, ya que con ello detenemos su propagación y lo hacemos antes de que nos veamos con tristeza. Veamos las grandes oportunidades que tenemos en frente: el poder reencontrarnos con nuestra familia, el darle un significado más profundo a la comunicación verbal, el cruce de miradas y sonrisas que a veces se nos olvida por salir corriendo al trabajo, el volver a disfrutar de la risa aunque sea con el desfile de memes que salen de este momento, pero nos recuerda lo diferente que sale la vida cuando nos reímos de nosotros mismos.

Decimos no a la especulación de precios. Damos la vuelta cuando el sentimiento de terror nos invade porque sabemos que la determinación de la voluntad humana es muchísimo más grande que este virus. Nos podemos encontrar en una mesa de juegos, nos mantenemos informados, disfrutamos de programas televisivos juntos y juntos reímos o lloramos. Vamos tras la vida al optar por unos días estar en familia.

La rapidez y lo agresivo del contagio nos muestra ahora, lo pequeño que es el mundo, que la comunicación a pesar de los cientos de culturas al final es lo mismo. Quisiera creer que al menos en este hemisferio, el sentido de familia y los valores humanos al menos gravitan en el mismo eje, en el cual la vida es el valor máximo.

El valor de la vida que se había perdido en el mar de muerte que nos ha dejado la violencia común ahora adquiere un sentido diferente, como pocas veces ha sucedido. El coronavirus nos reafirma nuestra frágil existencia y nuestra pertenencia a la misma especie.

El parar el contagio no pasa por el aislamiento en nuestro microuniverso, mi colonia, trabajo o incluso en mi familia, sino que reside en todos absolutamente en todos. La oportunidad que nos da el coronavirus pasa también por evaluar a nuestros políticos; es una prueba a nuestro sistema democrático. Nuestros representantes que, finalmente, se han constituido como líderes, deben ejercer ese papel, mostrarnos que su compromiso con sus votantes va más allá de sus loables o espurios intereses, que su liderazgo debe ser refrendado junto a su pueblo cuando éste realmente lo necesita.

Pues sí, el coronavirus es una oportunidad y una muy grande. Habrá un corte de tiempo entre el antes y el después de este momento histórico. El impacto de los infectados y los fallecidos nos acompañara por muchos años después de que este momento haya pasado. El tiempo con nuestra familia, el fortalecimiento de nuestros lazos comunitarios y nuestro sistema democrático serán los grandes vencedores o los grandes perdedores.

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