El matrimonio: ¿una especie en extinción?

“Las parejas que se casaron en 1970 tenían el 50% de probabilidades de separarse o seguir unidas. Y para las parejas casadas en 1990, las posibilidades de que su matrimonio acabaría en divorcio estaban cerca de un asombroso 67%. Si el cálculo se mantiene, solo 3 de cada 10 matrimonios recientes pueden contar con que seguirán unidos a su nueva pareja (1)”.


Estos datos no están como para mencionarlos en una despedida de soltera, ¿cierto? La cuestión es que sí hay abundante estadística de cómo el matrimonio ha ido disminuyendo, sea por las uniones de hecho o por los divorcios. Lo cierto es que los números y las historias que vemos a nuestro alrededor no nos mienten.

¿Cuál es la clave?, ¿dónde se sustenta la permanencia de un matrimonio? Y no solo su continuidad, sino su felicidad también. He leído algo al respecto. Algunos expertos hablan de la importancia de la comunicación, otros citan como variables prioritarias la conexión sexual y las finanzas. Algunos dirán que los hijos lo fortalecen, otros que lo debilitan. Lo cierto es que…

Soy un corazón quebrado y perverso unido con otro corazón en condiciones similares, ¿qué puede salir bien?Adulterio, perversión, violencia intrafamiliar, dependencia a sustancias, toda la anomia social que conocemos.

Entonces, con mis hermosos, aunque temblorosos, 10 años de matrimonio concluyo lo siguiente: yo, por mi propia fuerza, no soy tan fiel al amor, peor cuando me enojo, ¡wow! Ahí no queda ni la sombra de mis votos matrimoniales, pero siento un profundo temor de fallarle a Dios, de llevar vergüenza a Su nombre.

Creo que como esposas y esposos debemos recordar que nuestro compromiso fue ante Dios, que podemos correr ante Él para renovar nuestras fuerzas, para pedir perdón, sabiduría, dirección, aliento, gozo, ánimo, paz y todo el banquete que en Dios tenemos.

Termino con el único consejo que recuerdo cuando fue la época de mis despedidas de soltera (es que entre los nervios y la atención dispersa… lo siento, no recuerdo nada más), cuando una pareja nos dijo: “Nosotros decidimos que separarnos era una mala palabra y nunca la diríamos”.

Hasta el día de hoy, lo hemos cumplido con mi esposo. Unos días son más fáciles, otros no tanto, pero de verdad, no los cambiaría.

Lamento no tener una receta mágica, pero no creo que exista. Paz, paciencia, comunicación, perdón, humildad. No son palabras de moda, pero son los ingredientes básicos para mantener viva esta hermosa institución que parece languidecer en pleno siglo XXI.

 

Bibliografía citada:

(1) Goleman, Daniel. “La Inteligencia emocional”. Octubre 2018. Pág.159


Claudia Luján ejerce en el campo de la niñez en protección y niñez víctima de abuso.

Es Magister en Proyectos con Enfoque Social y Licenciada en Trabajo Social con más de 10 años de experiencia en trabajo con población vulnerable.

Se desempeña como asesora en Asociación Guatemalteca por el Autismo  y columnista de Blog AFI.


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