Entre la libertad personal y la “libertad de abortar”, el laberinto de Gloria Álvarez

Hace tan solo unas semanas, se produjo un evento pocas veces visto en las redes: el anuncio de un debate virtual entre la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez, ampliamente conocida por sus criticas a la izquierda y hacia el Estado benefactor, y por otro lado, Guadalupe Batallán, una intelectual argentina reconocida por su activismo ProVida.

Ambas no han estado exentas de críticas, agresiones e insultos lo que paradójicamente las han fortalecido y posicionado frente a públicos hambrientos de argumentos frente a la imposición globalista actual. Hay que aclarar para quienes están fuera de las controversias generadas por los proabortistas, el discurso de Gloria Álvarez comenzó a tener giros inesperados en su visión crítica a la izquierda, que casualmente se ha apropiado de la bandera del aborto para sus proyectos de expansión ideológica.

El razonamiento “libertario” de Gloria tenía sentido al propugnar por la libertad plena. Lo que no cazaba era que esta noción de libertad incluyera la supuesta decisión soberana de la mujer sobre su cuerpo. No creo que haya ingenuidad en la tan desarrollada posición política de la politóloga como para asumir la misma retórica autodestructiva y tendenciosa que la izquierda quiere imponer con tal visión de la libertad sin darse cuenta.

Para el pensamiento moderno actual, no esta en discusión que los seres humanos deben ser libres de desarrollar sus capacidades, igualmente esa libertad solo puede tener un límite y es cuando la libertad propia irrespeta la libertad del otro, por ejemplo: mi libertad de escuchar la música que me gusta tiene su limite en tanto que le doy un volumen que molesta a mi vecino. De ahí que irrumpo en su libertad de no escuchar o de tener otro gusto musical.

Esta diferencia de opinión, entre Batallán y Alvarez, no giraba en torno al concepto de libertad sino al concepto de asumir que el ser vivo que está en el vientre de la mujer es o no otro ser humano. La politóloga resbaló y se fue hacia el tan llamativo y lucrativo mundo del feminismo institucional y académico que, influido por la tan poderosa industria del aborto, abre puertas a nivel mundial.

No es secreto que las decenas de feministas antes que ella conocieron el mundo montadas en el discurso feminista y del aborto, la fama, la fortuna y sobre todo, el poder. Son un aliciente muy llamativo para quienes se regocijan en su egocentrismo.

De libertarismo económico a la negación de la vida del niño en el vientre de la madre, la diferencia no se encuentra en el fundamentalismo con que se pueda asumir el termino libertad, sino en el nivel de distorsión de una realidad bilógica elemental, ha cual ha pasado a constituirse en una excusa para encontrar el reconocimiento del tóxico mundo del feminismo.

Creo que la lucha a favor de la vida pasa ahora por el discurso y el espacio político. Es de reconocer que Lupe Batallán ha logrado ser coherente con su discurso y activismo; ha hecho de él una fuente de argumentación real, incluso proporciona un empoderamiento real a la mujer, no reduciéndola a la imagen de vulnerabilidad que el feminismo vende desde el victimismo y trata de imponer su visión misándrica.

Este empoderamiento real le da la posibilidad de elegir antes de la concepción, antes de que la elección vendida por el feminismo criminal sea el de cometer un homicidio.

El punto de encuentro entre el apoyo al aborto de la libertaria guatemalteca y su recién estrenada militancia proabortista de la izquierda necrófila, por curioso que suene, no está en el discurso prolibertad, dado que para la izquierda el aborto es parte de un conjunto de medidas que deberían de ser impuestas. La libertad es un eufemismo proporcionado por el Estado, como el pago de los servicios médicos necesarios para tales prácticas, pero Gloria asume desde el fundamentalismo libertario que todos pueden hacer lo que en gana les dé, una ley de la selva de facto. 

Entonces ambas posturas coinciden en el fin no así en el medio para obtenerlo, pero más allá de esta discusión indisoluble, lo cierto es que detrás se esconde un enorme desprecio a la vida y la deshumanización. De debates como este debería haber nacido el fortalecimiento del argumento, pero finalmente Gloria optó por no acudir, desaprovechando la oportunidad de contrargumentar.

Improbable es que ello se deba a carencia de convencimiento. Solo espero que el movimiento antivida la haya perdido a ella como vocera.


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