Eutanasia: La cultura de la muerte

Por Marian Sánchez / AFI Joven

El término eutanasia se deriva del griego “eu” (bien o bueno) y “thanatos” (morir). En pocas palabras, su significado etimológico sería el buen morir. Todo bien hasta ahí, pero ¿es realmente un buen morir? La eutanasia se aplica en las personas cuando estas desean la muerte porque reclaman no tener un propósito de vida a causa de una enfermedad grave o algún otro motivo. A esto se le conoce como “suicidio racional”.

La eutanasia no es un término nuevo. Antes se le conocía como eugenesia, el buen morir, donde se solía promover la muerte de las clases inferiores a su entender ladrones, prostitutas, ciegos o características consideradas como inferiores. En los años 30, se da inicio a una matanza sistemática: se buscaba eliminar a los niños con defectos congénitos, con discapacidades intelectuales e incluso a adultos con problemas mentales. Esto, con el propósito engañoso de disminuir los costos médicos que representaban estos homicidios.

Las enfermedades que en el pasado eran mortales ahora son curables. Sin embargo, se opta por la muerte bajo el argumento de reducir costos. En cuanto al médico, su obligación es ayudar al paciente a su curación o por lo menos, aliviarlo en la manera de lo posible. En cambio, también es preciso reconocer cuando se busca empeñarse tanto hasta el punto en el que la vida del paciente se extiende más allá de cualquier posibilidad fisiológica: curarlo a cualquier costo porque está en juego el prestigio profesional del médico o por alguna otra razón.

¿Por qué surge el problema de la eutanasia? En primer lugar, desde hace muchos siglos, existe el deseo de muchas personas de simplemente ya no querer continuar con su vida. Además, el falso concepto de progreso representa suprimir la vida de los «deficientes psíquicos profundos» o de los enfermos en fase terminal, ya que, según muchas corrientes, se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas.

Entonces me cuestiono, ¿qué es ser humano? No hay persona perfecta y no podemos decidir que matándolo vamos a eliminar estos defectos: eliminar a la persona no es la solución para eliminar enfermedades. Evidentemente, debemos distinguir los distintos casos, pero está claro que no es solidario eliminar vidas que aparentemente no tienen sentido, vidas que para muchos, no representan más que una carga para la familia y la sociedad.

Claro, para movilizar la agenda antivida siempre se comienza presentando un caso límite que excite la sensibilidad colectiva para justificar la eutanasia en este caso dramático y singular. Se admite un caso y así, tomándolo como modelo, se pueden «arreglar» otros. Se habla de “arreglar un problema”, no se usa jamás el término “matar a un ser humano”. Se dice “ayudar a morir”, “facilitar la culminación de la vida”, “liberación del enfermo”.

Es así como se aprueba la eutanasia infantil en Bélgica en el año 2014, por ejemplo, para buscar la muerte de recién nacidos con formas graves de espina bífida. Esto abrió las puertas a otras regiones a legalizar la eutanasia, olvidando que causar la muerte de un inocente no es un derecho.

La muerte no discrimina, le llega a todos así que pensar en inventar un derecho para morir es absurdo. Sin embargo, es cierto que no siempre se respeta el derecho de morir en paz. Debemos morir con dignidad y saber que la persona tiene un valor intrínseco y absoluto y una dignidad que no se pierde jamás, pues es independiente de la condición física, moral, mental o económica del ser humano.

Sin embargo, la persona a quien se le aplicará la eutanasia cree haber perdido su dignidad. Se tiene una falta de autoestima hasta el punto en que ya no hay salud mental. Es ahí cuando soluciones como los cuidados paliativos entran a jugar y con mejores resultados a todo nivel. En cuanto a la sociedad, con la eutanasia se pierde el sentido de la humanidad cuando ya no se percibe a las personas con amor, caridad y respeto.

Recordemos que un paciente no es una enfermedad: tiene sentimientos, emociones y hay necesidad de un trato humano. Así que suprimir el dolor por medio de narcóticos no resuelve el problema. Se trata de no tratar a las personas como algo descartable, sino de valorar la vida de todos, incluyendo la de los más indefensos. Esta protección a la dignidad humana aplica en toda etapa de desarrollo de la persona y su muerte no es la excepción.


Fuentes:

Curso “Cultura de la vida”, Instituto Internacional Juntos por la Vida, recuperado de Slate http://www.slate.fr/story/178875/suicide-rationnel-euthanasie-vieillesse-seniors-personnes-agees

Sciences et avenir, recuperado de https://www.sciencesetavenir.fr/animaux/chiens/chien-euthanasie-a-la-mort-de-son- maitre-et-en-france_133937

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