Gloria Álvarez y su apología de la muerte intrauterina

El día de ayer, 21 de febrero del 2021, se llevó a cabo un debate ampliamente esperado por parte de los que nos ubicamos en el espectro político liberal y antiabortista. Gloría Álvarez, politóloga guatemalteca, debatió contra Agustín Laje, politólogo argentino, sobre si los liberales pueden o no estar a favor del aborto. Gloria defendió la postura de que sí se puede, mientras que Laje, defendió la postura ProVida.

Les soy sincero, en anteriores oportunidades había coincidido con la visión de Gloria sobre los males que trae el socialismo y el crecimiento desmedido del Estado, pero luego este tema, que le sirvió como plataforma para impulsar su carrera como analista internacional, comienza a comentar en torno al aborto y entonces, sus seguidores comenzamos a releerla, algo no cuadraba.

Por el contrario, su contraparte en este debate, quien no oculta su crítica hacia la ideología de género y sobre todo a la reivindicación del falso «derecho al aborto», fue Agustín Laje, alguien que nos ha parecido mucho más coherente en su visión humana y política. No me detendré en los ademanes que entre veces resultaron poco serios y hasta irrespetuosos de parte de ambos, pero más en Gloria y su característico humor, que, como dije antes, le permitió ese reconocimiento internacional.

Se entreveía a veces que los argumentos se le habían agotado y bueno, la descalificación comienza a surgir como recurso para desvirtuar al oponente y con ello, intentar derrotar argumentativamente. En fin, en todo lo afirmado hubo una afirmación que me heló por completo: la confirmación de parte de la politóloga que la vida inicia en la concepción.

No sé si ella estaba consciente cuando aseguro que coincidía con Agustín en este punto. Esta afirmación hizo que me molestara todo lo que vino a continuación y explico el porqué. Los abortistas a lo largo de años han generado mil y una razones para negar que haya vida humana antes de los tres meses. ¿La razón? Sencillo, se ajusta a su planteamiento de que si no hay vida, por ende un aborto no atenta contra ella. Este argumento junto con el de «reafirmar la propiedad del cuerpo por parte de las mujeres”, hace que todo tenga sentido, al menos para las conciencias endebles o para los comerciantes de la muerte que viven del aborto.

Aún así, hay un dejo de lógica en ello. No se puede matar a un ser humano si este no es un ser humano aún. Sin embargo, Gloria al reconocer que si lo que hay dentro del útero sí tiene vida desde el momento de la concepción, reconoce que la tal autodeterminación de la mujer para ser madre, en efecto, incluye la decisión de convertirse en asesina. Entonces el tan encumbrado derecho a la libertad se convierte en la manifestación pura de el derecho a prescindir de la vida de un ser humano que «atenta contra la libertad de una mujer al convertirse en madre».

Para nada apareció la posibilidad de la adopción y del uso extendido de los tan nocivos anticonceptivos, es más, ni de la educación en las mujeres o elevar el nivel de vida de las mismas, factores que se ha comprobado mil veces que disminuye los índices de embarazos «no planificados».

Hoy ha quedado claro que, para Gloria, la opción no es por la libertad sino por la muerte, el infanticidio como una herramienta justa sobre el cual edifica el ejemplo más claro de su apuesta política. ¿Qué le queda a la una vez brillante intelectual? Pues, la opción es clara: terminar de subirse al tren del abortismo, sacarle provecho a lo que considera que ha sido un linchamiento medieval por parte de los conservadores.

La heroína del libertarismo que, desde su perspectiva, se acerca cada vez más a la versión proabortista de Planned Parenthood, les ha ampliado el espectro, no sé si de gratis, pero ahora será más difícil asociar a la derecha una visión ProVida, viendo que una luchadora por la libertad, como Gloria, ahora reclama el derecho a prescindir de la vida de un ser humano en el vientre materno como parte de su exigencia por su idea de libertad.

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