«Ser ProVida es ser ProMujer»: Hablamos de feminismo con Isabella Hernández de AFI Joven

Por Ana Isabel Villela

Con apenas 25 años, la joven guatemalteca Isabella Hernández ya cuenta con una extensa trayectoria en el universo ProVida y digo universo porque es significativamente más amplio de lo que los medios de comunicación y las redes sociales quieren hacernos creer. Ser ProVida es ser ProMujer, así que nos sentamos a platicar con ella sobre feminismo, sus justificadas raíces y posterior evolución, así como sus consignas más recientes, fundamentadas en el odio al hombre y una inexplicable relación con el movimiento abortista. Al final nos quedamos con esta pregunta: ¿por qué genera miedo cuestionar un movimiento que promete libertad a las mujeres?

Cuéntame de ti, de tu trabajo…

Tengo 25 años. Entré en el rollo ProVida a los 16, cuando la reunión de la Organización de Estados Americanos se llevó a cabo aquí en Guatemala, creo que fue 2013. Había mucha presión internacional por aprobar la agenda progresista, con colectivos muy activos a favor del aborto, la ideología de género y temas pro LGTB. Fue una experiencia increíble. De esa cuenta entré en Generación Vida, la agrupación dirigida por Mónica Marín. En ese momento, no había algo especialmente para jóvenes y yo quería aportar a mi generación, de joven a joven.

Me encanta eso de joven a joven, es más fácil que un joven se relacione con otro joven.

¡Claro! Es importante que realicemos que la agenda progresista de Naciones Unidas no tiene el apoyo que los medios de comunicación quieren hacer creer. La mayoría de personas, especialmente jóvenes, somos ProVida y ProFamilia.

Siendo periodista, el tema me toca de cerca. Sé de directivos de medios que no están de acuerdo con estas ideologías, y, sin embargo, prefieren no publicar artículos o autores ProVida y siguen comprando servicios de noticias de izquierda radical.

Nos alcanzó el miedo a la cancelación, los medios se autocensuran, quieren ser políticamente correctos. No están dispuestos a librar la batalla cultural porque puede significar la quiebra.

Exacto… En tu caso, ¿qué pasó en los años siguientes? ¿Cómo encontraste un espacio como joven?

Cuando entré a la universidad, se reactivó un grupo que se llama Una Mente Abierta a la Vida (UMAVID), así que me les uní. Fueron años muy bonitos y activos. Y después, al graduarme, más o menos a inicios de la pandemia, Asociación la Familia Importa (AFI) lanzó su brazo joven y yo acepté la dirección; la virtualidad nos daba, además, alcance a muchos jóvenes.

¿Qué es AFI y qué hace AFI Joven?

La Asociación la Familia Importa es la plataforma local más importante en la defensa de la vida y la familia. En AFI Joven trabajamos en torno a tres pilares: activismo, voluntariado y formación. Activismo supone dar a conocer la causa, las redes sociales son vitales. El voluntariado involucra hacer vida lo que uno predica, visitando orfanatos y asociaciones para dar charlas, repartir víveres o atender a los necesitados. En cuanto a formación, no se trata de decirles a los ProVida solo «vénganse», es imprescindible que se formen en lo que nos concierne.

¿Cualquier joven puede formar parte de la Asociación?

Siempre y cuando cumpla con los requerimientos, sí. Nuestros jóvenes tienen entre 14 y 30 años y deben estar dispuestos a formarse en temas ProVida.

¿Cuáles son esos temas?

Los básicos son dignidad humana, derechos humanos -si se otorgan o se crean-, terminología actual, inicio de la vida -con argumentos médicos- y aborto, que es largo porque tiene subtemas. Luego están temáticas como la importancia de la familia y el matrimonio o las repercusiones de la ideología de género. También hablamos de pena de muerte, eutanasia, pornografía, feminismo… la meta es formar a los jóvenes para que puedan amar mejor, no es ir a favor o en contra, es ser fuerte en principios y valores.

Feminismo es precisamente el tema de esta entrevista. Hay mucha confusión entre las jóvenes, la mayoría no sabe qué predica el movimiento realmente. ¿Cuándo crees tú que surge el feminismo?

Ellas dividen su historia en tres olas o tres etapas, con sus más y sus menos porque ni dentro del movimiento se ponen de acuerdo. El inicio, como tal, se dio a finales del Renacimiento, cuando se empezó a querer involucrar a la mujer en campos que hasta ese momento habían estado fuera de su alcance, como el académico. En Occidente surgió lo que denominaron la “libertad de conciencia”: querían tener el derecho de pensar, leer y escribir lo que quisieran. Esa primera ola buscaba igualdad ante la ley, que las mujeres pudieran heredar sin estar casadas, por ejemplo.

Las novelas de Jane Austen narran cómo una mujer no podía recibir una herencia si casarse… Más adelante, a inicios del siglo XX, surgieron las sufragistas, cuya lucha, en mi opinión, era justa porque los seres humanos debemos tener la misma dignidad ante la ley.

La segunda ola no se da sino hasta 1960, casi al mismo tiempo que la revolución sexual y los movimientos estudiantiles.

Exacto, estos movimientos tienen en común sus raíces marxistas… Así surgió la teoría de Engels, que decía que la lucha ya no era entre burgueses y proletariado, sino en la familia. Según él, el hombre representaba al burgués de principios del siglo, y la mujer al proletariado; por ende, la mujer debía liberarse del patriarcado, del burgués opresor. El movimiento se volvió confrontativo, y perdió la visión de que hombre y mujer son complementarios.

El marxismo siempre recurre al miedo y a la confrontación.

Es conflicto, oposición, división, es el odio y la rebelión contra el orden establecido, la conciliación y el perdón quedan fuera, por eso es anticristiano. Engels veía a la sociedad como en una dicotomía, en una pugna constante que retaba a la mujer a darse cuenta de que estaba esclavizada en su casa, dándole por primera vez una connotación negativa a los roles femeninos por excelencia, ser esposa y madre empieza a ser despreciado.

¿Qué consecuencias trajo esto?

Repercutió por completo en la familia. Si una mujer rechaza parte de su esencia, sus hijos se ven afectados, la relación con su cónyuge también y su relación con ella misma no digamos. Desde entonces vemos una cantidad de rupturas familiares incalculable, eso hiere a los hijos, que después forman sus propios hogares con las heridas que vienen cargando. Los niños perdieron los ejemplos que necesitan para reafirmar correctamente su masculinidad y su feminidad. Yo me pregunto, ¿si el propósito del movimiento es defender a la mujer, por qué a partir de 1900 se ha intentado volverla cada vez más masculina?

¿Consideras a Simone de Beauvoir como referente de esta etapa?

No. Ella produjo sus escritos e ideas durante esos años, pero es mucho más citada ahora, se le considera referente de la tercera ola. Ella y su pareja, Jean Paul Sartre, representantes del pensamiento existencialista ateo, apoyaron los movimientos sociales de su época.

¿Cuándo inicia, entonces, la tercera ola?

A principios de los noventa y se extiende hasta ahora. El giro es muy radical. La segunda ola proclamaba: «Somos mujeres, luchamos por las mujeres, biológicamente así nacimos». Ahora vemos una concepción anticientífica de la sexualidad, ser mujer es un constructo cultural, que es precisamente lo que dijo de Beauvoir. La famosa frase de su libro «El segundo sexo», “no se nace mujer, se llega a serlo”, se utiliza como fundamento.

Pero si un hombre puede volverse mujer cuando quiera, la lucha por las mujeres no tiene razón de ser.

Exacto. El movimiento transgénero les han complicado las cosas. Hay feministas que no están de acuerdo, dicen que no tienen lugar dentro de su movimiento porque no son mujeres. Y hay otras que hablan de transfeminismo… cada día aparecen nuevos términos.

Creo que se dedican a inventar palabras que suavicen, minimicen o cambien la cara a problemáticas sociales reales.

Términos como «interrupción del embarazo», «matrimonio igualitario», cuerpos menstruantes, personas gestantes… Esto empieza en los noventas, pero se agrava a partir del 2000 y se sale de control en los últimos dos años.

¿Cuál es la consigna más consensuada de esta última ola?

Creo que manejan dos ideas principales: ser mujer es un constructo cultural, no se nace mujer, sino que se llega a serlo; y lo contrario al machismo, o sea el hembrismo, diría yo. Nada está movido por el amor, sino por el odio. El odio al hombre se ve en los discursos de las líderes y en las marchas que organizan. Y tanto odio las lleva a hacer barbaridades.

Las causas mal entendidas llevan a los extremos, ¿cierto?

Habría que preguntarles si hay algún derecho que las mujeres no tengan hoy en día, al menos en Occidente. Otra cosa son las injusticias o problemáticas sociales no resueltas. En Guatemala la gente dice que estamos en un país machista, poco desarrollado, pero actualmente se gradúa de la universidad un 33 por ciento más de mujeres que de hombres, nuestra esperanza de vida es 5 años mayor, los hombres se suicidan más y el 80 por ciento de las personas sin hogar son hombres. No es un mundo tan patriarcal como dicen.

Se nos olvida que muchas profesiones estaban reservadas a los hombres para proteger a las mujeres, porque son quienes dan vida.

Agustín Laje da un ejemplo interesante. En Uruguay se estaban graduando más ingenieros eléctricos que ingenieras y dijeron, «esto no está bien, debe haber más mujeres». Lanzaron entonces un programa de becas y al poco tiempo los números estaban más o menos iguales, así que retiraron el programa. ¿Qué pasó? Los números volvieron a ser los mismos. Es decir, tenemos cerebros diferentes, nos atraen cosas diferentes, venimos con ciertos roles naturales, es ciencia. La supuesta igualdad de género que se mueve por cuotas crea privilegios injustos, otra cosa son las injusticias de sueldos o los pueblos machistas…. El mundo necesita educación, erradicar la violencia y fortalecer a la familia.

“El hecho de que el feminismo lleve irremediablemente al colectivo abortista, me hace ser muy crítica del movimiento. Y luego está el odio, la confrontación, la violencia en la que viven estas mujeres. Una persona que pasa sus días en Twitter haciéndole la vida pedazos a las mujeres ProVida no puede ser feliz, no puede tener paz en tu corazón”,

Isabella Hernández, coordinadora de AFI Joven

¿Qué me dices de la llamada violencia de género?

Según la ONU, «violencia de género» es cualquier acto violento que se comente en contra del otro «género» (otro término ideologizado, el correcto es sexo). Sin embargo, uno se pregunta, ¿será que hay un odio generalizado contra las mujeres o vivimos en países con sectores en donde la violencia es una forma de vida? El feminismo es parte de una agenda internacional, los medios hacen eco de las muertes de mujeres, que por supuesto no queremos ninguna, pero no de las de los varones, que son cientos de veces más frecuentes, por eso las jóvenes dicen, «Nos están matando!»

El año pasado, por ejemplo, asesinaron a una niña en Petén, al final se supo que fue su vecina, pero durante las marchas que se organizaron con sus compañeritos de clase para exigir justicia, alguien les puso pañuelitos verdes a las niñas, ese pañuelito que habla de legalizar el aborto… ¿qué tenía que ver su muerte con el aborto?

Eso no se entiende, ¿por qué feminismo es igual a aborto?

Ellas no logran ponerse de acuerdo ni en cuando empieza la vida humana, nunca he visto un debate en el que dos feministas estén de acuerdo. Hay quienes reconocen que la vida empieza desde la concepción, pero a la vez aseguran que su vida está sobre la del bebé. En la jerarquía, dicen, «mi derecho, mi autonomía, vale más que la vida del bebé».

¿Cuáles son los mensajes que más están calando en las jóvenes?

Varios, aunque quizá los más dañinos son: «eres un ser oprimido porque naciste mujer», «la maternidad y el matrimonio te hacen esclava», y «haz lo que quieras, rebélate, piensa solo en ti, aunque eso signifique matar a un ser inocente o quemar una iglesia». “Nos la deben”, esa es la consigna. La victimización ayuda a quienes no han hecho nada de su vida, dicen «soy fracasada porque he sido oprimida desde que nací».

Va más allá, en nombre del progreso quieren desarraigar al ser humano de su esencia.

Sí, hay feministas que están de acuerdo con que un hombre de 60 años diga un día, «ahora soy mujer»… Somos demasiados los que estamos claros en que un hombre tiene cromosomas XY y una mujer, XX, debemos ir por ahí diciéndolo. Contrario a quien ya no se atreve a describir a una mujer, yo digo que ella es quien acoge por naturaleza, da amor, da vida, aunque no llegue a ser madre. Es el concepto de lengua materna, hablas lo que has oído desde el vientre. La mujer forma, educa, crea cultura.

La biología es estática, los sentimientos, volátiles. Un día siento una cosa, otro día, otra.

De acuerdo. Ese hombre de 60 años puede entrar a los baños de mujeres… y luego están los deportistas transgénero, que en la rama femenina se llevan todas las medallas, quitándole la oportunidad a las jóvenes que han pasado una vida entrenando.

O lo que ha sucedido en las cárceles…

¡Cuántas historias de violaciones ahora que tantos reclusos han dispuesto que «se sienten mujeres» y han sido trasladados a cárceles de mujeres! Muchas feministas dicen, esto no cuadra, que estos hombres quieran ser mujeres no nos ayuda, nos perjudica, va en contra de nosotras porque va en contra del sentido común.

Ese parece ser hoy en día el gran problema de la humanidad.

Mire lo que le pasó a Rebeca Lane, una cantante feminista guatemalteca, que acaba de tener un bebé. Para el 8 de marzo iba a dar un concierto en la Plaza Central, por lo que anunció en sus redes que llevaría a su pareja porque no tenía quién le cuidara al niño. Bueno, las mismas feministas la hicieron pedazos, le cayeron encima diciéndole que no era un evento para hombres de una manera tan burda que ella dijo, no voy, no me siento cómoda. ¿Por qué ese odio al hombre?

¿Hay un movimiento feminista importante en Guatemala?

Para un país como el nuestro, esta agenda sigue siendo bastante extraña. De hecho, las dos feministas que más suenan son españolas. Se ve que hay una maquinaria extranjera detrás. Y pues, creo que, si nos comparamos con otros países de Latinoamérica, la respuesta es no. El pasado 8 de marzo, por ejemplo, estuvo bastante tranquilo, yo me esperaba bochinches y demás. Mire, si uno habla con estas jóvenes, la mayoría ha tenido una mala experiencia en su casa o en su entorno, y eso no les ha permitido desarrollar una feminidad segura y sana, asumen la causa pensando que es algo bueno.

Todo el mundo tiene derecho a luchar por causas que considera justas, el problema se da cuando se vulneran los derechos de otros al hacerlo.

Sí, sus marchas no suelen ser de mujeres protestando pacíficamente con sus pañuelitos morados, la mayoría lleva verdes también… ¿Por qué feminismo es sinónimo de aborto? No quiero ni imaginar qué pasaría si se les uniera una feminista ProVida con su pañuelo celeste… ¿Por qué tendrían que estar reñidos el luchar por las mujeres y defender la vida desde el vientre? Hay una frase que refleja perfecto la problemática: la razón por la que debes cuestionar el feminismo es precisamente porque tienes miedo a cuestionarlo. ¿Por qué genera miedo un movimiento que promete libertad a las mujeres?

Sin duda hay una agenda internacional, con mucho dinero, intentando penetrar en el país, condicionando ayudas…

La mayoría de guatemaltecos dice, estos extranjeros preocupándose por tonterías, cuando lo que nosotros queremos es trabajar, es educación, comida en la mesa. El guatemalteco promedio rechaza las ideas de izquierda radical, no debemos tener miedo ni dejar que se apropien de la narrativa, debemos llevar a la gente al bien, luchar por dejarle a nuestros hijos un mundo mejor.

¿Cómo llevamos a la gente al bien?

Primero, formándonos. De repente me encuentro con amigas que citan a referentes de esta tercera ola sin tener idea de la dimensión de lo que plantean. Siempre les digo, ¿has profundizado en sus ideas? Andrea Dworkin, por ejemplo, dice frases como «todo coito heterosexual supone la violación del hombre sobre la mujer»; y Robin Morgan asegura que «el odio político hacia el hombre es un acto honorable de toda mujer»… La mayoría de quienes se consideran feministas no saben estas cosas. En Argentina es fácil encontrar estas consignas de odio, lo de «muerte al macho» siempre está. Hay bibliografía muy valiosa, como el libro de Alicia Rubio «Cuando nos prohibieron ser mujeres» o «La mafia feminista» de Cristina Seguí. Y luego está nuestra propia vida, no hay mejor herramienta que ser coherentes, actuando siempre desde el amor.

¿Cómo es una mujer realizada, completa y plena?

Para mí, más allá de la personalidad de cada quien, es una mujer que respeta a los demás, vive en paz, y sigue con su vida aunque haya opiniones distintas a la suya. Ella vive su vida, tiene sus metas, y no odia. Es curioso que, para las feministas, si una mujer no comparte con ellas la necesidad de lucha, se convierte en enemiga.

¿Qué les dirías a las jóvenes que defienden y asumen su rol de mujeres con orgullo?

Que sean valientes, que no tengan miedo de compartir sus principios, su ideas e ideales. Les diría que no están solas, que somos la mayoría. Es que hasta en Argentina, el país más feminista de América Latina, solo 3 de cada 10 mujeres se proclaman como tales. Las feministas, como tantos otros colectivos de hoy, hacen mucha bulla, nos quieren hacer creer que todo el mundo apoya su ideología, pero son una minoría. Nosotras también debemos hacer ruido, no vamos a obligar a nadie a creer en lo que creemos, pero tenemos el mismo derecho a ponerlo sobre la mesa.

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