Un espacio seguro: Gracias, Princesa

Generalmente, me encantan las estadísticas y las fuentes bibliográficas que enriquecen un escrito, pero esta vez no. Esta vez, quiero compartir algo que estoy aprendiendo desde mi corazón.


Cuando era pequeña, crecí con gatos. No recuerdo un momento sin gatos y ame a cada uno, pero hubo uno en especial que, por razones extrañas, ya no siguió conmigo. Como era en una etapa compleja de juventud, más un mi par de lutos que estaba sufriendo, la pasé realmente mal.

Ahora, como madre y con dos pequeños, aceptamos adoptar una perrita ya muy mayor. Dormía mucho, no jugaba, no mordía por que casi no tenía dientes, no ladraba, más que para pedir que la cargaran; casi no comía y, por ende, no ensuciaba. ¡Era una maravilla! ¡Ja!

La cuestión es que, aún en sus últimos años, tuvo una capacidad que ahora me hace soltar un par de lágrimas que no sé si me las entenderán. Ella hizo tan feliz a mis nenes. Ame, mi pequeña, la acaricia, corre a abrazarla, ayuda a bañarla y ahorra para dar una parte (muy pequeña) para su grooming.

Mi otro hijo, quien es de pocas palabras y no tan cariñoso, con esta perrita, Princesa, habla un lenguaje extraño, como entre mimos y palabras inventadas, pero seguro llenas de amor, a veces irritantes, pero por lo general, hermoso.

Ahora, por muchos factores y recomendación profesional, hemos llegado a la difícil decisión de tener que dormirla. Y este es mi punto. Nunca supe cómo enfrentar los lutos; ni de mis mascotas, menos de mis seres queridos. Pase cinco densos años sin saber cómo enfrentarme al complejo umbral de la muerte.

Ahora, cuando pienso en esto, creo que Princesa nos está dando un momento para, como familia, hacer un espacio seguro para mis hijos, donde digamos la verdad, los dejemos llorar, despedirse, expresar sus dudas, quejarse, enojarse, recordarla. No sé como reaccionen, pero viendo en perspectiva, es una valiosa oportunidad para seguir construyendo un espacio seguro como familia, donde los niños se sientan protegidos, amados y escuchados.

Y claro, gracias a Princesa, porque aún en su último tiempo, está siendo parte de nuestra familia y nos regala una buena oportunidad. En otro escrito, me encantará comentar como nos fue. Por ahora, Princesa sigue intentando vivir y mis hijos, preguntando si irá a un “sueño infinito”.


Claudia Luján ejerce en el campo de la niñez en protección y niñez víctima de abuso.

Es Magister en Proyectos con Enfoque Social y Licenciada en Trabajo Social con más de 10 años de experiencia en trabajo con población vulnerable.

Se desempeña como asesora en Asociación Guatemalteca por el Autismo  y columnista de Blog AFI.


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